Ambos trastornos suelen estar relacionados y mantienen una gran similitud en varios de sus síntomas.
El estrés se asocia con el nerviosismo y la depresión se relaciona con la pasividad. Sin embargo, el estrés diario puede causar depresión, así como la depresión ocasiona estrés.
El portal mejorconsalud.com publicó un informe que permite reconocer los síntomas, ya que muchas veces pasan desapercibidos.
¿Por qué el estrés diario puede causar depresión?
En términos generales, puede decirse que ambas condiciones representan una respuesta inadecuada a los problemas, desafíos y contrariedades. Esto provoca inquietud y preocupación; al mismo tiempo, frustración y desgano.
Ambas problemáticas son muy características del último siglo y obedecen a los estilos de vida que se han impuesto. Exceso de estímulos, ritmo frenético en las actividades, aislamiento emocional creciente. Lo importante es saber que el estrés puede causar depresión y tomar medidas para evitarlo.
El estrés diario
El estrés por sí mismo no es un problema, siempre que se mantenga en niveles moderados. Esta respuesta emocional permite que una persona esté más alerta y se defienda mejor en situaciones que implican desafío o riesgo. Si esto se experimenta continuamente, o en unos niveles muy altos, se convierte en un problema.
Cuando se activa el estrés, el organismo responde con una mayor producción de cortisol. Así mismo, se incrementa otra hormona y neurotransmisor llamado adrenalina. Un efecto secundario de esto es que el cuerpo reacciona con mayor rapidez y más fortaleza.
El estrés puede volverse una sensación frecuente cuando una persona aprende a clasificar como peligrosos algunos estímulos que no lo son. Por ejemplo, llegar tarde al trabajo, terminar una tarea, o incluso salir de casa. De este modo, el estrés se vuelve continuo y el organismo está constantemente sobreexigido.
El estrés diario puede causar depresión
El estrés diario puede causar depresión porque mantener un estado de alerta por periodos prolongados altera las funciones fisiológicas normales. Se provocan efectos sobre el estado de ánimo y aparecen estados depresivos.
Ambos trastornos suelen estar relacionados y, de hecho, tienen una gran similitud en varios de sus síntomas. Hay que aclarar que no toda depresión se origina en el estrés, pero este último sí incrementa el riesgo de deprimirse.
El estrés desgasta y abruma, por lo cual puede dar origen a dificultades, como la disminución de la productividad, un desempeño laboral más pobre, problemas en las relaciones interpersonales y trastornos alimentarios o del sueño.
La rutina comienza a verse desafiante o muy frustrante. Todo ello, en conjunto, conduce a un sentimiento de inadecuación personal, acompañado de tristeza y desmotivación. En ese punto ya se está en el terreno de la depresión, que puede tener distintos niveles de severidad.
¿Cómo detectar el problema?
Puesto que el estrés diario puede causar depresión, así como la depresión es factor de estrés, lo más importante es estar atentos a las manifestaciones tempranas para tomar las medidas adecuadas a tiempo.
Hay varios síntomas reveladores, como los siguientes:
Tensión constante: es una sensación de que la realidad abruma y presiona, como estar en lucha constante.
Irritabilidad: hay enojos frecuentes y pequeñas cosas llevan a salirse de casillas de forma continua.
Llanto sin motivo: son deseos de llorar sin que exista un motivo específico para ello.
Poco entusiasmo por la vida: predomina el desinterés y la apatía por la propia vida. Los proyectos no despiertan entusiasmo y se tiene la sensación de vivir por inercia.
Aislamiento y autodesprecio: se rehuye al contacto con los demás, especialmente si este es muy estrecho o íntimo. Aparecen autocríticas severas.
Problemas cognitivos: la atención, concentración, rapidez y agudeza mental disminuyen.
Indecisión: aparecen fuertes dudas en torno a casi todo, y hay una gran dificultad para tomar decisiones.
El estrés y la depresión afectan el físico
Cuando hay estrés y depresión, también existen señales físicas que lo revelan. Lo más destacado es una sensación de fatiga permanente, que no se disipa incluso después de haber dormido. De hecho, son muy frecuentes los problemas de sueño, como insomnio o sueño interrumpido.
Los problemas de alimentación son otro punto revelador, bien sea porque se come muy poco o demasiado. Tanto el estrés como la depresión son factores de riesgo para desarrollar adicciones. No es raro, tampoco, que una persona en esta condición descuide su arreglo personal.
Así que si detectas que tu vida está tomando rumbo hacia un estrés persistente o una depresión que te provoca síntomas a diario, arregla una consulta con un profesional de la salud. Quizás, con pequeños cambios en el estilo de vida y el asesoramiento profesional, seas capaz de revertir el proceso.
Fuente: mejorconsalud.com