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Ejecutaron a Lisa Montgomery, la primera mujer condenada a muerte en 68 años en EE.UU.


La ejecución se había suspendido por preocupaciones sobre el deterioro de su salud mental, pero la Corte Suprema ratificó la condena

El gobierno de Estados Unidos ha ejecutado a Lisa Montgomery, la única mujer a la que se ha aplicado la pena capital por orden federal en 68 años, en la mañana del miércoles. La ejecución se ha llevado a cabo en una prisión de Terre Haute, en el estado de Indiana. La decisión llegó después de que el Tribunal Supremo despejara la última posibilidad para evitar su muerte.

Montgomery, de 52 años, fue declarada muerta a la 1:31 (6:31 GTM) y se convierte en la primera mujer en casi seis décadas en ser condenada a muerte en EE.UU. Con ella, ya son 11 las personas ejecutadas en ese reclusorio luego de que la pena capital a nivel federal se reanudara bajo la presidencia de Donald Trump el pasado julio, después de 17 años.

Con graves problemas psicológicos, fue responsable de un terrible crimen: el asesinato de una mujer embarazada de ocho meses, una joven de 23 años llamada Bobbie Jo Stinnett, a la que estranguló. Después, sacó al bebé de su útero, que logró sobrevivir.

La ejecución de Montgomery se produce horas después de que la Corte Suprema estadounidense diera vía libre al Departamento de Justicia para llevarla a cabo, levantando la suspensión que la había detenido temporalmente 24 horas antes. Un juez federal del estado de Indiana hizo efectiva una moción de aplazamiento en la noche del 11 de enero por preocupaciones sobre el deterioro de la salud mental de la condenada. La ejecución estaba programada para la tarde de este 12 de enero.

Tras la ejecución con inyección letal, la abogada de Montgomery, Kelley Henry, ha afirmado, a través de un comunicado, que esta aplicación de la pena capital es «viciosa», lamentando «la sed de sangre de una Administración fallida».

Henry y su equipo habían luchado por detener la ejecución y buscaban sustituirla por una reclusión perpetua alegando que la interna sufría de trastornos mentales producto de una infancia llena de torturas y abusos. La defensa insistió en que, aunque la encarcelada había admitido su culpabilidad, merecía clemencia por haber sufrido durante mucho tiempo una enfermedad mental grave, agudizada por el hecho de que su padrastro, junto con sus amigos, la violaron cuando tenía alrededor de 11 años.