Por Juan Pablo Chiesa. Precandidato a legislador por la ciudad de Buenos Aires y especialista en políticas públicas de empleo.
Los polémicos impactos que trae aparejado en la sociedad y en los mercados del trabajo el avance de la tecnología tiene una larga historia en la Argentina. En los últimos tiempos se intensificó la preocupación sobre las máquinas y las graves consecuencias de las innovaciones tecnológicas en el empleo y las condiciones de trabajo.
Vivimos en un nuevo mundo. La educación, la creatividad, la innovación tecnológica, la ciencia y por sobre todo, el capital humano.
Estas características, propias del Siglo XXI, son las que separan a un país próspero de aquel que no lo es o no quiere serlo. Nuestra sociedad, debe decidir, de qué lado quiere estar. O bien, de la prosperidad social, educativa, económica, laboral o bien no dar el salto a la nueva era.
Hoy los países desarrollados o los que aspiran a serlo, consolidan su desarrollo social en la cultura del conocimiento tecnológico, en donde, valores como la educación, el trabajo, la Justicia no son detalles insignificantes o cualidades de la vieja política, sino que atraviesas la visión de un país próspero.
La oleada de innovaciones tecnológicas ha puesto en cuestionamiento el concepto de trabajo tradicional y apuesta por dar espacio a nuevas formas y modalidades de empleo.
Si bien, la experiencia histórica demostró que esos temores resultaron infundados, y que cada oleada de innovaciones ha dado lugar a ganancias eficientes en paralelo con la creación de nuevos ámbitos laborales y puestos de trabajo.
Esta es la discusión que se abre ahora, en la segunda década del siglo XXI.
Primero se debate sobre en qué medida, el avance de la tecnología y las nuevas innovaciones tienen un sesgo en contra de la baja cualificación, es decir, hablan de sustituir con facilidad tareas que requerían un grado bajo de tecnicismo o limitación a la calidad.
Sin embargo, vemos el efecto contrario, estos cambios tecnológicos enaltecen y potencian las tareas de mayor cualificación. Por ejemplo, la ingeniería y la construcción.
Los activos ritmos trepidantes de las innovaciones tecnológicas interactúan de muchas maneras con las técnicas de organización dentro de una empresa. No solo facilitan a las personas innovadora y creativas los medios para la adecuada difusión de sus ideas y proyectos, sino que también contribuyen a la jerarquización de las empresas que apuestan en un futuro innovador.
En el marco internacional, la OIT habla de la «naturaleza cambiante de los puestos de trabajo», ya que el dinamismo del Derecho del trabajo y el avance de las tecnologías hace que, no solo los puestos de trabajo se innoven, sino también, cambien las condiciones de trabajo.
Estos profundos cambios producen relaciones con importantes desafíos. Por ejemplo: la robótica, que planeta nuevas fronteras ilimitadas y la mejor interacción en la actividad humana y las máquinas, mientras que, al mismo tiempo, hay un avance en los ámbitos como la nanotecnología o la impresión 3D que hacen ampliar posibilidades y expectativas con limites inusitados para el mercado del trabajo y el empleo genuino.
No debemos subestimar a la tecnología y tampoco debemos conceptualizar como un fenómeno temporal. La tecnología y la evolución tecnología resurgieron para quedarse.
El mercado y la economía clásica deben girar hacia un nuevo rumbo, una misma ciencia, la economía del conocimiento dejándole al mercado la prioridad y el peso de los meros cambios tecnológicos.
Estamos en presencia de lo que algunos llamamos la «Cuarta Revolución Industrial», otros «El trabajo del Futuro», sinónimos innovadores que cambiarán para siempre la manera de ver el mundo laboral y los desafíos de una nueva dinámica social con trabajos de enorme cualificación donde aparecerán novedosas demandas con capacidad de dar trabajo a las generaciones futuras.
Por otra parte, es importante alentar conductas innovadoras, estando actualizado y pensando en el equilibrio del trabajo, impulsar la interacción entre la economía del conocimiento y la vetusta economía clásica.
Como vemos los desafíos del mercado laboral del futuro son múltiples, por eso debemos pensar en políticas públicas que permitan ir hacia el camino del pleno empleo ayudando a quienes lo generan y direccionando la capacitación y el crecimiento de los trabajadores, los emprendedores y el empleo privado.