Elsa Palma, proteccionista independiente e integrante del proyecto “Galgo Argentino” denunció hoy que «vive amenazada por los galgueros que operan en San Luis» y sospecha de que «algunos miembros de la policía provincial encubren la actividad» en la que las apuestas mínimas «alcanzan los 40 mil pesos».
La mujer fue noticia por recibir ayuda de un anónimo que saldó una deuda de 10.000 pesos en la veterinaria “Milán” de la provincia de San Luis, a la que recurre en su tarea rescatista, pero esa actividad es sólo una parte de su lucha permanente que incluye también el combate de las carreras de galgos, el no uso de pirotecnia y las denuncias permanentes ante la Justicia.
En diálogo con Télam, la proteccionista denunció que “vive amenazada por los galgueros, quienes con ese ejercicio ilegal fomentan la corrupción, el tráfico de influencias, la compra de voluntades y la violenta explotación a la que son sometidos los perros”.
Elsa logró detener carreras clandestinas en San Luis prohibidas por ley 27.330 y esto le valió, según dijo, las «amenazas y persecuciones de los galgueros que lograron identificarla como denunciante, gracias a fuentes policiales”.
Uno de los hechos se produjo en la localidad de La Toma, ubicada a 87 kilómetros de la ciudad de San Luis, en noviembre de 2017, hasta donde Elsa llegó sola y en un colectivo de línea para monitorear un operativo cerrojo montado por el Juzgado Penal y Contravencional Nº 2 de la ciudad de San Luis, con el que logró detener la carrera.
Pero, cuando estaba radicando la denuncia en la comisaría del lugar, 40 galgueros se presentaron en la dependencia a preguntar de dónde había salido el aviso y “un policía me señaló como autora del hecho”.
“Eran 40, yo estaba sola y así debía regresar a mi casa en San Luis, me amenazaron y la policía tampoco quiso tomarme la denuncia por amenazas, las apuestas mínimas en esa carrera eran de 40 mil pesos y había reunidos aproximadamente 200 galgueros de la región”, señaló.
“Cómo no va a haber corrupción y compra de voluntades con los volúmenes de apuestas que manejan, por eso el trabajo de denuncia debe ser previo y se debe contar con la ayuda del juez de turno que no siempre accede a diagramar los operativos con anticipación para detenerlas”, indicó.
“En esos casos, voy igual sola y desde el campo intento tomar imágenes que me sirvan para prueba, porque ya estoy identificada por esa gente que es bastante pesada”, afirmó.
“Cuando estas competencias están por realizarse -agregó-, se escuchan los gritos y gemidos de los perros, porque los inyectan para que ´rindan´ más y luego la policía del lugar informa al juez que en realidad se trataba de una asado compartido por un grupo de amigos”.
«En los operativos se detiene la carrera pero no se incautan los perros que quedan a merced de sus dueños que buscan otro lugar y otro horario para explotarlos igual», aseguró la proteccionista.