Opinión

Deuda y fuga de capitales, capítulo uno: la desregulación


Por Diego Añaños

El martes 2 de marzo se dio a conocer el informe oficial del Banco Central titulado “Mercado de cambios, deuda y formación de activos externos, 2015-2019”, en el que se analiza la articulación de políticas monetarias, cambiarias y financieras, que permitieron que el brutal proceso de endeudamiento producido durante la gestión de Mauricio Macri tuviera como contracara una de las más fenomenales fugas de capitales de las que se tenga registro. El informe está consta de un resumen ejecutivo, una introducción, tres capítulos (un análisis de las crisis de deuda externa, un análisis de los pilares del sobreendeudamiento externo, una reflexión sobre la relación entre el ciclo de endeudamiento y la fuga de capitales), y un apartado de Consideraciones Finales. Los datos que aparecen en el resumen ejecutivo son concluyentes.

En 2019 el peso de la deuda pública representó un 90% de PBI y el pago de los intereses comprometieron el 20% del total de los recursos tributarios. La deuda nominada en dólares representaba 5,6 veces el valor de las reservas internacionales en poder del BCRA y era 3,8 veces el monto de las exportaciones anuales de bienes. En el período que abarca de diciembre de 2015 a octubre de 2019 la fuga de capitales superó los U$S86.000 millones. Lo verdaderamente espeluznante es que apenas el 1% de las empresas explica el 75% de la formación de activos externos llevada adelante por personas jurídicas. En el mismo registro, el informe consigna que el 1% de las personas físicas dan cuenta del 22% de la fuga de capitales realizada por individuos.

El proceso económico se sostuvo sobre varios pilares. El primero, es la desregulación financiera. Según consigna el informe, Mauricio Macri dispuso una modificación “de la estructura normativa y operativa, flexibilizando y eliminando regulaciones”. En principio, y a través de la comunicación A 5850 del BCRA, se eliminó el sistema de interconsulta con la AFIP. Luego, en 2016 y 2017 se profundizó el proceso hasta alcanzar un marco de liberalización completa, que facilitó la adquisición de divisas para la formación de activos externos. Algo similar ocurrió con los requerimientos que aplicaban a los movimientos transfronterizos de capitales. También en 2015 el Ministerio de Hacienda decidió eliminar los encajes vigentes y la reducción de los plazos de estadía mínima. La medida favoreció el ingreso de fondos de inversión de corto plazo, digamos, capitales especulativos, que paralelamente se vieron beneficiados por la posibilidad de adquirir Lebács, luego también las Leliqs. Esto permitió entrar en dólares, realizar ganancias siderales en pesos por los niveles estratosféricos que tenían las tasas de referencia del BCRA, luego recomprar dólares con sus ganancias (muchos más de los que habían entrado, claro), y salir del país sin ningún tipo de restricción. Claro, obteniendo una renta en dólares impensable en cualquier lugar del planeta. El mecanismo se llama carry trade, y hemos hablado del mismo en infinidad de ocasiones. Finalmente, los exportadores se vieron beneficiados por un plan de flexibilización de los plazos y obligaciones de liquidación de divisas en el mercado de cambios. El proceso se inició a comienzos de 2016 y un año después se habían eliminado todas las obligaciones de ingreso y liquidación de divisas.

En síntesis, se abrieron los diques para facilitar una gigantesca estafa al pueblo argentino. Estafa que tuvo dos caras, por un lado se propició un fuerte proceso de transferencia de ingresos de los trabajadores y sectores más empobrecidos, liberando precios y ocluyendo las paritarias. Luego, facilitando los mecanismos de transformación de esos excedentes en pesos en dólares, y posteriormente habilitando luego la fuga. Eso sí, TODO LEGAL.

No nos va quedando espacio en esta columna para analizar los aspectos directamente vinculados al endeudamiento y los dispositivos financieros, pero lo haremos en próximas columnas. Tal vez baste decir que la deuda pública pasó de representar un 52,6% del PBI a fines de 2015, a un 90% a fines de 2019. Si se mirara sólo en términos de ratio deuda-PBI, tal vez un 90% no resulte un porcentaje desmesurado, pero si se lee en el contexto de las políticas aplicadas y los resultados a la vista, se trata evidentemente de un crimen. Los instrumentos financieros que permitieron privilegiar la valorización financiera del capital por sobre la valorización productiva, las Leliqs y las Lebács, cumplieron sobradamente con su función: destruyeron el tejido productivo y permitieron que los agentes financieros ganara dinero sin hacer absolutamente nada.

El combo de endeudamiento más bicicleta financiera más fuga de capitales, representa uno de los estigmas históricos de la historia económica Argentina. Es preciso que la Justicia actúe y que la memoria se preserve, de modo de no volver a repetirlo jamás.