Análisis

Deuda y fuga de capitales, capítulo dos: el endeudamiento


Por Diego Añaños

La semana pasada, comentábamos el segundo apartado del informe oficial del Banco Central titulado “Mercado de cambios, deuda y formación de activos externos, 2015-2019”, referido particularmente al brutal proceso de desregulación financiera y cambiaria, así como al cuidadoso diseño de instrumentos monetarios y fiscales que facilitaran la generación de obscenos excedentes mediante la transferencia de ingresos de los trabajadores a al sector empresario. 

En el primer apartado del trabajo, titulado “Las crisis de deuda externa en perspectiva”, se da cuenta de la mecánica perversa que conduce los episodios de sobreendeudamiento en América Latina. Los mismos han sido estudiados en profundidad por una multiplicidad de académicos (Ffrench Davis, Frenkel, Ocampo, etc), y muestran una serie de rasgos comunes a lo largo de la historia. En primer lugar, siempre los procesos de sobreendeudamiento han sido antecedidos por un conjunto de reformas económicas que facilitan el ingreso de capitales que, junto al ingreso de divisas vía deuda, generan una sensación inicial de alivio y estabilización. Posteriormente se ingresa en una fase de retracción económica, con un notable incremento de la vulnerabilidad externa. Finalmente sobreviene la fase terminal en la que se entre en crisis de balanza de pagos. Siempre, prolijito, sin fisuras, así es el libreto de las derechas neoconservadoras latinoamericanas. Ha funcionados sistemáticamente desde la crisis de la deuda a comienzos de los años 80s hasta el presente. Los episodios que van desde la asunción de Mauricio Macri a comienzos de diciembre de 2015 hasta el fin de su mandato se corresponden exactamente con el modus operandi mencionado. Decimos modus operandi porque basta observar su recurrencia y la copia idéntica en cada caso estudiado, para concluir que forma parte de un programa perfectamente organizado. 

Deuda y fuga de capitales, capítulo uno: la desregulación

Sin embargo, llama la atención en caso argentino en esta coyuntura particular, ya que a diferencia de experiencias anteriores, se transformó en un fenómeno singular dentro del escenario latinoamericano. No porque los demás países de la región no enfrentaran dificultades financieras durante la segunda mitad de la década del 10 del siglo XXI, sino porque fue el único caso de reincidencia en materia de crisis por sobreendeudamiento en el período. Es decir, más allá de responder a los patrones históricamente registrados en América Latina, el fenómeno del sobreendeudamiento observado durante la gestión de Cambiemos representa una singularidad regional que vale la pena destacar, ya que se aparta del comportamiento de las economías latinoamericanas en el mismo período. La enseñanza es clara: las regulaciones macroeconómicas  no operan como diques de contención del desarrollo de una economía capitalista moderna, sino todo lo contrario: son indispensables para garantizar una senda de desarrollo autónoma y autosostenida. 

En el tercer apartado, titulado “El ciclo de deuda y la fuga de capitales”, se analiza la relación entre el proceso de endeudamiento reciente y la formación de activos externos durante el período. Como bien refleja el informe, es posible distinguir dos etapas en el desarrollo del mismo. Una primera etapa, que va desde principios de 2016, y hasta abril de 2018. Durante este período los mercados voluntarios de capitales fueron la principal fuente de provisión para el endeudamiento de la Argentina. Es decir, y leo textualmente: “se alimentó el ciclo de endeudamiento y valorización financiera con el ingreso de divisas por deuda pública, privada e inversiones especulativas de portafolio por U$S 100.000 millones”. El 81% de esos capitales provino de toma de deuda pública, toma de deuda de empresas y de capitales especulativos. La prometida lluvia de inversiones sólo representó en el período mencionado un 4,3% del total del total de capitales ingresados. De esos U$S100.000 millones, más de U$S41.000 millones financiaron la formación de activos externos, U$S24.500 financiaron el déficit de la balanza de servicios (fundamentalmente Turismo), y U$S22.600 se destinaron al creciente pago de intereses. Casi U$S30.000 millones fueron a reforzar las reservas del Banco Central, pero el dato más relevante es que casi el 70% de los dólares financieros ingresados al país en el período salieron en concepto de formación de activos externos del sector privado, pago de intereses y utilidades. 

El cierre del mercado de capitales a comienzos de 2018 puso a Argentina en el mismo brete que en otros momentos de su historia habían tenido programas similares: es decir, el mecanismo funciona mientras la canilla de dólares no se cierra. Cuando eso ocurre, la caída es inmediata y se acude al financiamiento de los organismos internacionales de crédito. Lo demás es historia conocida. Como lo relató Antonio Claver Carone, hoy presidente del BID, pero que fungía por aquel entonces como asesor de la Casa Blanca: Donald Trump decidió que el FMI financiara la campaña electoral de Mauricio Macri, percibido en ese momento como un aliado estratégico. Como era previsible no pudo evitarse la derrota, pero la cruz del endeudamiento, y el condicionamiento para la economía Argentina estaba una vez más en marcha, y caería irreversiblemente sobre las espaldas del siguiente gobierno.