Así lo señaló el director del Centro de Estudios para la Producción y ponderó, además, el trabajo que llevan adelante los movimientos ambientalistas.
El director del Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI), Daniel Schteingart, señaló hoy que “Argentina tiene un enorme potencial en las próximas décadas como proveedora de bienes y servicios para la economía verde”.
“Tenemos los mejores vientos del mundo, lo que nos da un potencial enorme para el hidrógeno verde; tenemos la mejor radiación solar; tenemos mucho gas que es fundamental como combustible de transición. Además, la transición energética va a requerir también más minería”, dijo el titular del CEP, una entidad que funciona en la órbita del Ministerio de Desarrollo Productivo.
En ese sentido, Schteingart explicó que “Argentina tiene una oportunidad para hacer de esos sectores no solo una palanca para conseguir las divisas que necesitamos para crecer, sino también para el desarrollo territorial, dado que son sectores que se radican mayormente fuera del AMBA. Y también pueden ser palancas de otras industrias de bienes de capital, de insumos”.
Por otro lado, el funcionario consideró que en las actividades de recursos naturales y en la producción de bienes intermedios “hay mucha agregación de valor” ya que “son procesos productivos complejos que requieren mucha inversión y tienen mucha complejidad de procesos y mucha calidad del trabajo”.
“Por ejemplo, el valor agregado que hay para producir y exportar carbonato de litio es altísimo, son procesos productivos ultra complejos que requieren centenares de personas para trabajar y grandes inversiones. Lo mismo pasa con la minería y su nivel de valor agregado”, afirmó Schteingart.
Y señaló que “eso no quita que queramos también, por ejemplo con el litio, integrarlo hacia adelante, haciendo baterías o vehículos eléctricos. Pero lo que quiero decir es que es necesario generar más encadenamientos productivos, y que deben darse aguas arriba y aguas abajo; esto es, elaborando más el producto pero también apuntando al desarrollo de proveedores”.
En otro tramo del diálogo que mantuvo con Télam, el director del Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI) también ponderó el trabajo que llevan adelante los movimientos ambientalistas.
“Los movimientos ambientalistas tienen un rol muy importante y muy saludable porque presionan y obligan a los gobiernos y a las empresas a tomarse más en serio” la problemática del cambio climático y «mejorar los estándares», dijo Schteingart.
“Las presiones sociales de hoy en día son mucho más altas en comparación con los años 90, por ejemplo, entonces las empresas no pueden hacer cualquier cosa, y los gobiernos tampoco pueden hacer la vista gorda en ciertos temas donde antes por ahí sí lo hacían. Eso es en gran medida fruto de las luchas de los movimientos ambientalistas”, agregó.
No obstante, advirtió sobre el peligro de prohibir actividades productivas y pidió encontrar una “síntesis superadora” entre las demandas ambientales y la producción.
“La prohibición de actividades es tremendamente costosa en lo social porque no se generan puestos de trabajo, en lo económico porque no se genera recaudación ni divisas, y en lo ambiental porque sin recursos el Estado no puede invertir en las políticas ambientales que este país se merece”, sostuvo el sociólogo.
Al respecto, Schteingart defendió la capacidad del Estado para controlar y regular las actividades productivas y señaló que “con buenas regulaciones y controles no hay nada que temer. Por ejemplo, en más de 25 años de minería a gran escala, hubo solo un incidente ambiental relevante, que tampoco fue una catástrofe como muchas veces se piensa, que fue el incidente en Veladero en 2015”.