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Deportes y libros: la editorial que liberó su catálogo para descargar y leer


Ediciones Al Arco suma su espíritu cooperativo y solidario en el medio de esta pandemia y apuesta por aportar su granito de arena desde la lectura gratuita de libros. CLG dialogó con Julio Bocalatte, uno de sus titulares

Por Ariel Gómez – Especial para CLG

En estos duros tiempos de cuarentena uno de los problemas que surgieron es sobre el tiempo libre y el ocio. Qué hacer ante tantas horas libres en una sociedad en la que, culturalmente, siempre debe estar haciendo algo. Muchas veces, ese algo no está relacionado con el placer, con el gusto. Y en estos momentos de pandemia se generó la posibilidad de buscar y conocer otras maneras de esparcimiento. Un caso es el de la lectura.

Creada en el 2003 por los periodistas Julio Bocalatte y Marcos Cezer, Ediciones al Arco es la primera editorial deportiva de Argentina. La idea, según sus creadores, fue la de “abrir un espacio del que, salvo las prestigiosas excepciones de Roberto Fontanarrosa, Juan Sasturain, Eduardo Galeano y algunos otros pocos, la literatura carecía. Vencidos los prejuicios existentes sobre el género, Al Arco logró sacar al fútbol de un circuito exclusivamente comercial y rutinario y lo reinterpretó como un hecho cultural para el que colaboraron solidariamente las firmas más prestigiosas del país y de Latinoamérica”.

Y este proyecto pionero creció y hoy, en tiempo de necesidades, decidió dar una mano y en su página web (www.edicionesalarco.com), comenzó a poner parte del catálogo para que la gente pueda descargar o leer online. Una buena manera de pasar momentos de crisis.

“Cuando nos preguntan cómo se nos ocurrió esta, la conclusión a la que llegamos es cómo no se nos ocurrió antes. A veces las crisis nos llevan a hacer cosas que no estaban contempladas, pero como la editorial tiene un espíritu cooperativo y solidario, decidimos hacerlo”, cuenta Julio Boccalatte en diálogo con CLG.

“Aunque todavía no tenemos las cifras de la cantidad de gente que ha descargado los libros ni cuál ha sido el preferido, pero en función de los mensajes recibidos, de los llamados, o comentarios que nos hacen en las redes sociales la respuesta ha sido fantástica y nos alegra porque ha sido una modesta contribución a esta obligación de quedarnos en casa y que sea un poco más llevadera. La lectura siempre es una buena compañía”.

Por ahora hay 25 títulos disponibles, entre los que se encuentran libros de básquet, atletismo y automovilismo; biografías (Gabriel Milito, Víctor Hugo, Horacio Elizondo); otros escritos por futbolistas como Juan Manuel Herbella y Facundo Sava, o de periodistas de la talla de Oscar Barnade, Cristian Grosso, Fernando Pacini o el recordado Ernesto Rodríguez III, entre otros.

“Le consultamos a algunos autores como para tener un panorama de lo que podría ser una respuesta de ellos, y todos aprobaron la idea, porque viene en línea con el espíritu de la editorial, que no es económico, sino cultural, solidario y cooperativista. No hubo problemas con nadie, todos estuvieron de acuerdo. Nosotros lo que queremos es que los libros lleguen a la mayor cantidad de gente”.

La idea de la editorial es poder poner el catálogo completo a disposición, pero están en pleno relevamiento de archivos. “Los títulos que se encuentran disponibles son los que teníamos más a mano. Los más viejos, que se diseñaban en otra plataforma, los tenemos que convertir para poder subirlos. Además, también, hay algunos títulos que tenemos que rastrear los archivos”.

Aunque todavía lejos de países como España o Inglaterra, en los últimos tiempos los libros de temática deportiva han tenido un crecimiento exponencial en Argentina. Las grandes editoriales le han dado un espacio que se le había negado por mucho tiempo, más allá de algunas excepciones. Osvaldo Soriano, Eduardo Galeano, Juan Sasturain y, más en estos tiempos, Eduardo Sacheri, han ayudado mucho a que esto cambie.

Pero para Boccalatte, el gran “culpable” de este crecimiento ha sido Roberto Fontanarrosa. “Lo que comenzó a legitimar la literatura futbolera fue Fontanarrosa en el Congreso de la Lengua en Rosario. Él era la referencia básica y esencial de lo que era esa literatura y la Academia lo legitimaba invitándolo a hacer un discurso. A partir de ahí, y con la apertura de emprendimientos como el nuestro se empezó a ver de otro modo. Ahora uno va a una librería y la oferta es monumental, antes para conseguir uno tenías que rastrearlo o hasta pedirle a un amigo que estuviera afuera que te consiga porque casi no existía”.