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Demencia: cómo detectar los primeros síntomas


 

La demencia es un término genérico para describir síntomas que afectan a la memoria, al razonamiento y la actividad cognitiva como resultado del deterioro natural con la edad. Muchos de ellos desencadenan luego en una enfermedad neurodegenerativa.

A la hora de evaluar síntomas, se debe tener en cuenta que no todas las personas tienen las mismas capacidades y habilidades. A su vez, que el estado emocional influye mucho. Por ello, siempre se requiere que un especialista sea quien evalúe los signos.

Lo importante es distinguir bien entre una sensación de aturdimiento, como consecuencia de atravesar un periodo de estrés, y nerviosismo, por ejemplo, con un síntoma especifico de demencia. 

Posibles síntomas tempranos

A pesar de que cada caso es distinto, se puede nombrar síntomas tempranos de demencia que suelen ser comunes:

En los sentidos:

Tener menos olfato. La pérdida de olfato (total o parcial) suele ser uno de los síntomas tempranos de demencia y en concreto: alzhéimer y párkinson.

Peor gestión de la visión. La información visual puede volverse dificultosa, por ejemplo, a la hora de calcular las distancias o las diferencias de colores. También la capacidad de lectura empeora y cuesta más entender lo que se está leyendo.

Dificultades generales

Problemas para expresarse y escribir. Se experimentan dificultades para entablar o participar en una conversación. Se les olvida lo que acaban de decir, se olvidan de palabras sencillas y la gramática empeora. También comenten más errores gramaticales y en los signos de puntuación. La escritura se vuelve más difícil de leer y comprender.

Pérdida de objetos. Suele ser frecuente que no recuerden dónde han colocado los objetos rutinarios y cotidianos (las llaves, el mando de la tele, el monedero, etc).

Dificultad para realizar las tareas domésticas. A veces pierden la capacidad de elaborar tareas sencillas como hacer una taza de té, encender la televisión, manejar el ordenador o llegar a casa de un familiar conocido.

Lentitud al tomar decisiones. Aumento de las dificultades para tomar decisiones como por ejemplo planear un itinerario o decidir qué receta vas a hacer. También a la hora de seguir las indicaciones para preparar la receta o para seguir el itinerario adecuado cuando vas conduciendo.

Fallos de la memoria. Una persona con demencia tiene más dificultades a la hora de recordar información de cosas que ha aprendido recientemente, como fechas, nombres o lugares que ha visitado. Se les olvida la cita médica que tenían prevista o incluso se les puede olvidar apuntar la cita médica.

Fácil desorientación y pérdida de la noción del tiempo. Las personas con demencia son proclives a desorientarse en lugares que visitan con frecuencia y olvidar incluso la razón por la que se encuentran en ese lugar. También presentan dificultades a la hora de analizar el paso del tiempo. Se les olvidan fechas importantes y a veces encuentran dificultades para distinguir el pasado y el futuro.

Ámbito personal

Cambios en el carácter y el humor. Las personas con síntomas tempranos de demencia experimentan cambios en el humor. De pronto se pueden sentir muy ansiosos, irascibles, temerosos o depresivos en exceso, y por otra parte, a veces pueden tener comportamientos inapropiados o desinhibidos en público.

Tendencia al aislamiento. En vista de que suelen tener tendencia a sentirse más temerosos y vulnerables, no muestran interés por relacionarse socialmente o no prestan atención a lo que dicen los demás. En consecuencia, se pueden volver más retraídos y con tendencia al aislamiento y a la melancolía.

Descuido del aseo personal. Presentan dificultades a la hora de tomar decisiones y reducen su capacidad de juicio y sensatez. Por ejemplo, a la hora de hacer compras, van a tener tendencia a comprar objetos inútiles, extravagantes o en excesiva cantidad. Por otra parte, pueden abandonar su aseo y decoro personal, lo cual hace que tengan varios problemas en el ámbito social.

¿Cómo hacer para mantener el cerebro joven?

El cerebro no envejece como el resto del cuerpo y el progreso de la edad se siente cuando algunas capacidades mentales se ralentizan. Por ejemplo, la memoria a corto plazo, se resiente. Eso no tiene nada de preocupante, ya que es parte de un proceso normal. Ahora bien, se puede mejorar esta memoria con entrenamiento y recursos alternativos.

Hacer ejercicio físico moderado, aeróbico de preferencia y al aire libre. En contacto con la naturaleza, respirando bien y haciendo ejercicios de oxigenación con respiraciones profundas. La oxigenación del cerebro es fundamental.

Mantener una vida social activa. Algunos estudios han demostrado que visitar a los amigos 2 veces en semana reduce el riesgo de alzhéimer en un 17 %.

Dormir bien. Lo recomendable son entre 7-9 horas. También es muy saludable la siesta, entre las 13-16 horas un mínimo de 30 minutos y un máximo de 90 minutos.

Comer alimentos apropiados. Algunos alimentos como el azúcar refinado, los alimentos procesados, las harinas industriales, las grasas saturadas y el alcohol envejecen el cerebro. Por otra parte, los alimentos ricos en fibra (vegetales, frutas, legumbres, cereales y semillas) ayudan a mejorar la salud cerebral.

Cultivar la autoestima. Las relaciones sociales empiezan por la relación que establecemos con nosotros mismos. Mirarnos con amor, con admiración, con orgullo, mimarnos el cuerpo, cuidar nuestro aspecto físico y dedicar un rato a escuchar nuestro cuerpo puede ser un parámetro que nos haga sentir más jóvenes.

Con información de Mejor Con Salud