El domingo el país tendrá la segunda instancia de debate presidencial de su historia e intenta consolidar una tradición que la mayoría de los países de la región vienen cultivando desde hace más de 25 años y el resto del mundo desde mucho antes.
El debut fueron las elecciones presidenciales de 2015 que llevaron a Mauricio Macri al gobierno: el 4 de octubre, a instancias de la agrupación Argentina Debate, se encontraron Macri, Sergio Massa, Margarita Stolbizer, Nicolás del Caño y Adolfo Rodríguez Saá, pero faltó el por entonces candidato oficialista, Daniel Scioli. Sin embargo, luego de ganar la primera vuelta, Scioli asistió al cara a cara con Macri que se realizó 15 de noviembre para el balotaje, un evento televisivo que tuvo, según la medición de Ibope, un promedio de 54 puntos de rating, entre los más altos en diez años.
En 2016 el Congreso sancionó la ley 27.337 que obliga a todos los candidatos a participar y aplica una pena de quita de espacios publicitarios a quien no asista, en un intento por borrar la marca de ser el único país de la región que no había adoptado esta práctica electoral.
Brasil fue pionero al realizar en 1960 el primer debate presidencial de América Latina, con un recordado duelo entre Fernando Collor de Mello y Luiz Inacio Lula da Silva en 1989. Venezuela lo siguió en 1963, aunque tuvo uno de los últimos debates en 1998 con la participación de Hugo Chávez y en adelante los pocos que hubieron fueron solo entre opositores. La ausencia de los candidatos oficialistas es algo frecuente en América Latina incluso en los países que se iniciaron más temprano: Brasil, Bolivia, Colombia y Uruguay, son algunos ejemplos.
De hecho, Uruguay siguió este año los pasos de Argentina al aprobar una ley de debate obligatorio para tratar de evitar esa situación tras 25 años sin un cruce de candidatos en el que no hubiera ausentes, una marca que lograron romper días atrás el oficialista Daniel Martínez y el opositor Luis Lacalle Pou. No obstante, Uruguay tuvo su primer debate en 1989, entre Jorge Batlle y Luis Alberto Lacalle; Chile en 1989 con Patricio Aylwin y Hernán Büchi; Perú en 1990 con el duelo entre Mario Vargas Llosa y Alberto Fujimori y México en 1994 con Ernesto Zedillo, Fernandez Ceballos y Cuatemoc Cárdenas.
La Argentina se diferencia de la región no sólo por la inexperiencia en la materia y la adopción del carácter obligatorio, sino además porque aquí la organización del debate se puso en manos del Estado representado por la Cámara Electoral. En casi todos los países mencionados la organización depende de medios de comunicación privados y públicos en asociación (en la mayoría de los casos) o de organizaciones civiles.
La historia de los debates modernos empezó en 1948 en Suecia, desde donde se extendió a Países Bajos en 1967, Alemania en 1969 y Francia en 1974, con un cruce histórico entre Valéry Gircard D Estaing y François Mitterand. Pero entre las potencias fue Estados Unidos quien marcó el sendero en 1960 con el antológico duelo entre Richard Nixon y John F. Kennedy, usualmente recodado por el aspecto descuidado de un Nixon ojeroso que se secaba constantemente el sudor, un detalle que muchos creen que le costó la elección. España debutó en los debates en 1993, con el enfrentamiento entre Felipe González y José María Aznar.
El Reino Unido es un caso aparte: luego de muchas décadas sin un acuerdo entre los candidatos para debatir, los británicos recién adoptaron esta práctica en 2010, cuando se enfrentaron la competencia entre David Cameron, Gordon Brown y Nick Clegg. En este aspecto, es de todos los países relevados el que más se asemeja a la Argentina.