El Parlamento de Sudáfrica eligió hoy a Cyril Ramaphosa como nuevo presidente del país, luego de que Jacob Zuma renunciara al cargo en medio de presiones de su partido por múltiples casos de corrupción.
Ramaphosa, de 65 años, que hasta ahora era el vicepresidente del país, fue elegido sin una votación, ya que no había otros candidatos, explicó el presidente del Tribunal Constitucional, Mogoeng Mogoeng.
Los dos principales partidos de la oposición se negaron participar y, en su lugar, pidieron que se disuelva la Asamblea Nacional y que se convoque a elecciones anticipadas.
Ante la negativa oficialista, los diputados de uno de esos partidos se levantaron y abandonaron el recinto en señal de protesta, informó la agencia de noticias alemana DPA.
Mogoeng, que presidió las elecciones parlamentarias, felicitó a Ramaphosa y llamó a luchar contra la corrupción.
«Te haremos responsable y te veré en 2019 en las urnas», advirtió por su parte el líder de la opositora Alianza Demócrática, Mmusi Maimane, luego de declarar que cooperará con Ramaphosa si actúa en interés del pueblo sudafricano.
No obstante, dejó clara su postura. «Nuestro problema no es Jacob Zuma, sino el CNA (Congreso Nacional Africano, en el poder)», aseguró.
El flamante mandatario, de pasado sindicalista y activista contra la segregación racial, asume luego de la renuncia de su antecesor, un héroe de la lucha contra el apartheid que gobernó a Sudáfrica más de la tercera parte de su historia democrática.
Zuma renunció en la noche del miércoles cercado por escándalos de corrupción que socavaron la confianza de los sudafricanos y luego de que el gobernante CNA le diera a elegir entre renunciar o enfrentarse hoy a una moción de censura en el Parlamento.
En su discurso ante el Parlamento, Ramaphosa, prometió hoy luchar contra la corrupción y el nepotismo que lastró los dos mandatos de Zuma.
«Cuando uno es elegido en esta clase de posición, básicamente se convierte en un servidor del pueblo de Sudáfrica», dijo en su primera intervención y prometió que se comportará con «humildad» y «dignidad».
Se espera que mañana brinde el discurso del estado de la nación, aplazado varios días mientras se negociaba, a puerta cerrada, la salida de Zuma.
Zuma, de 75 años, renunció mediante un discurso televisado, con lo que puso fin a una aguda crisis de liderazgo en una de las mayores economías de África, con 55 millones de habitantes y una enorme brecha entre ricos y pobres.
Ramaphosa llega a la presidencia de Sudáfrica tras lograr en diciembre pasado el liderazgo del Congreso Nacional Africano (CNA) por un margen muy exiguo.
Nacido en Soweto en 1952 en el antiguo gran gueto negro de Johannesburgo, Ramaphosa pertenece a la etnia zulú, mayoritaria en el país.
En los 70 fue encarcelado en dos ocasiones, acusado bajo las leyes de terrorismo que el gobierno segregacionista blanco usaba para hostigar a la mayoría negra.
Años después, se dedicó a la militancia sindical, lo que le llevó a cofundar el Sindicato Nacional de Mineros Negros (NUM), el más grande de Sudáfrica. Desde ese gremio, comandó en 1987 una de las huelgas más largas de la historia del país.
Su elección en 1991 como secretario general del CNA significó su salida del NUM para pasar a convertirse en una figura clave de las negociaciones del fin del apartheid.
Ramaphosa no consiguió ser el primer vicepresidente de Nelson Mandela (1994-1999), pero fue el presidente de la Asamblea Constituyente que redactó la Carta Magna de la nueva Sudáfrica democrática y multirracial, aprobada en 1996.
A partir de allí, abandonó su banca y se volcó a los negocios, hasta acabar en las listas de los más hombres ricos del país, reseñó la agencia de noticias EFE.
Recién en 2012 regresó a la política, al ser elegido vicepresidente del CNA que lideraba Zuma, en el poder desde 2009.
Dos años después, se convirtió en vicepresidente del Gobierno de Zuma, tras la victoria del CNA en las últimas elecciones generales.
Para garantizarse el liderazgo partidario que lo catapultara al sillón presidencial, hace menos de dos meses debió imponerse a la ex esposa de Zuma, Nkosazana Dlamini-Zuma, con una prédica basada en la lucha contra la corrupción y la promesa de revitalizar la economía sudafricana, los puntos débiles de la Administración de su jefe hasta ayer.
Preferido por los empresarios y clases medias, Ramaphosa se convirtió hoy en el quinto presidente desde el fin del apartheid, en 1993, para gobernar hasta los comicios de 2019.