Ahora que la prisa está en cuarentena es momento de acompañar un consumo problemático dentro de nuestra familia
Por Gabriela Torres *
Ahora que la prisa está en cuarentena y podemos detenernos a mirar lo que ocurre a nuestro alrededor, es un buen momento para hacernos algunas preguntas. ¿Cuál es el uso del tiempo que hacemos? ¿Cuál es la relación que tenemos con las personas que convivimos? ¿Qué nos pasa y qué les pasa a los demás, a los otros que están en condiciones diferentes a las nuestras?
Solemos repetir que es un tiempo de cuidarse pero también estamos aprendiendo qué significa cuidarse. Porque, a veces, no hacer todo lo que uno quiere también es cuidarse y cuidar a los otros.
Es un tiempo, también, para preguntarnos por lo que consumimos. Cuando me consultan qué pasa con los consumos problemáticos en tiempos de pandemia, digo que es importante primero que todos nos preguntemos qué pasa con los consumos en general, y con los consumos de sustancias y los consumos problemáticos en particular.
Algo que siempre ordena para empezar a analizar: cualquier situación de consumo tiene que ser interpretada desde una perspectiva de complejidad que tenga en cuenta la conjunción de persona, objeto y contexto. Esto sirve para cualquier tipo de consumo. No consumimos igual en un evento social, con amigas o amigos, si estamos solas, solos o en familia. Hay algo del contexto, que está dado también por nuestras posibilidades económicas, de acceso a determinados consumos, por leyes, normas, valores.
En segundo lugar sobreviene la pregunta por la persona. Quién es, qué le pasa, de dónde viene, cuál es su noción de cuidado, el propio y el comunitario. Qué relación tiene con su cuerpo, qué posibilidades de acceso a un sistema de salud. En suma: qué trayecto de vida tiene.
Esa construcción de la subjetividad que nos hace únicos, es lo que se pone en juego a la hora de relacionarnos con aquello que consumimos y el valor que le adjudicamos, en la medida que viene a ocupar el lugar de la palabra, de cuestiones que no están dichas.
En tiempos de cuarentena, en que el mandato es estar adentro para cuidarnos, la preocupación es no quedarnos adentro de nosotros mismos. Sino, darnos un tiempo de mediación entre lo que nos pasa y lo que consumimos. Ponerle una pregunta: para qué estamos consumiendo. Si alguien cree que lo que consume tiene el poder de calmar lo que le pasa en cuarentena, olvidarse del tiempo que estamos pasando, eso debería convertirse en una alerta para nosotros.
En este tiempo, nos sentimos protegidos por las políticas ordenadoras que el Estado marca a través del sistema de salud, de cómo hay que cuidar a una sociedad. Hacer políticas públicas en relación a los cuidados colectivos y a los consumos problemáticos, significa para nosotros poder sostener en cuarentena los tratamientos de personas en los espacios que tenemos de atención comunitaria y el acompañamiento mediante atención remota. Es decir, intervención profesional para ayudar a desarmar eso que se venía transitando.
Y para la sociedad toda, tener un lugar donde poder pedir ayuda, conectarse y no quedarse solo, como en este momento es nuestra línea 141, un espacio de escucha y orientación en relación con el consumo de sustancias, de las cuales el alcohol es por la que más consultas se están recibiendo. También, dar recomendaciones en relación a cómo cuidarnos entre todos y cuáles son las motivaciones reales de consumo que tenemos en este tiempo.
Sin dudas, es una oportunidad de vincularnos con nuestros hijos e hijas, por ejemplo, para acercarnos y conversar. Y de acompañar un consumo problemático dentro de nuestra familia, entendiendo que el contexto de esa persona somos todos los que estamos alrededor. Entonces no la vamos a culpar; vamos a ver de qué manera podemos acompañarla y ayudarla con las posibilidades que tengamos: virtuales, telefónicas, a través del balcón, en la vereda, en un espacio comunitario. Es con otros que vamos a transitar mejor este momento. Sin adormecernos, sin que la sustancia nos provoque mayor malestar, físico y psíquico.
En ese juego en relación a lo que nos une y nos diferencia por el propio trayecto de cada uno, es donde podemos construir cómo queremos vivir, incluso como sociedad. Y si cuidamos la relación con los demás es porque estamos valorando cuánto nos necesitamos.
(*) Secretaria de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar).