La ausencia de turistas animó al animal a pastear por la zona y sorprendió a los vecinos.
A 40 kilómetros del Obelisco, en la Primera Sección del Delta, pobladores dicen ver, en esta época de cuarentena por covid-19 , una figura extraña para esos lares, una especie considerada «vulnerable», a nivel nacional e internacional, porque enfrenta, en estado de vida silvestre, un riesgo de extinción alto. Se trata del ciervo de los pantanos.
Con sus más de cien kilos de peso, un metro y veinte centímetros de altura, carga con ser una rareza, no por su pelaje pardo rojizo y negro en las patas, ni por las grandes astas de los machos, sino porque ahora deambula por sitios donde no era habitué y husmea zonas visitadas, hasta hace unos meses, por multitudes de turistas de fin de semana a bordo de ruidosas lanchas que levantan incesantes olas a su paso.
Hoy, las aguas se aquietaron por las medidas impuestas para contrarrestar la pandemia. «Si bien el ciervo de los pantanos está en el Delta, normalmente es difícil de observar por sus particulares hábitos y comportamientos. Es más bien solitario. No se acerca mucho a sitios poblados como la Primera Sección porque suele haber mucho movimiento de gente. Además, se siente inseguro porque lo pueden cazar. Pero, las actuales condiciones de tranquilidad por la cuarentena, lo llevan a que se anime más», describe Roberto Bo, director del Grupo de Investigación en Ecología de Humedales (GIEH) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.
Esta imagen soñada de descubrir a un ciervo pastando en un jardín isleño es solo una parte de una cuestión más compleja y con una larga historia que más adelante Bo detallará. Pero, además, presenta de nuevo una trampa para el animal.
En ese sentido, desde el mismo laboratorio en Exactas UBA, la veterinaria María Marcela Orozco, advierte: «Al haber menos circulación de personas, la especie ahora está más visible y mucha gente sale a cazar sin ningún control. Aparecen bastantes animales baleados».