Por Pablo Bloise
Se sabe que tanto Messi como Cristiano Ronaldo, Neymar y así decenas de figuras mundiales tienen cámaras de televisión que los siguen constantemente durante los partidos que disputan. Todo lo que hacen, los gestos, las miradas, los insultos, las quejas… todo queda registrado. Y en Argentina – Croacia no hubo excepción. El rosarino era controlado constantemente por las lentes y mostró varios (llamativamente varios) signos de desconcierto.
No menos de seis o siete veces se vio al 10 argentino con la mirada hundida en el piso. Independientemente de lo que haya aportado (o no) al equipo durante los 90 minutos, no mostró características de líder y eso es prácticamente inaceptable en un partido donde hay tanto en juego, como la vergüenza de que una de las candidatas (por portación de camiseta) se quede afuera en primera ronda.
Por momentos sólo fue empujado por la inercia de estar jugando un partido de fútbol. Dicho en criollo, no apareció. Cuando al equipo le costaba la generación (prácticamente durante todo el cotejo), fueron contadas con los dedos de una mano las veces que el 10 de Barcelona bajó a pedir la pelota y conducir él mismo un ataque.
Ni un grito, ni una corrida, ni una disputa fuerte de pelota para marcar presencia. El 10 no contagió al resto y esa también es su tarea. Se le pide compañía para que la selección no dependa de él, pero es el portador de la cinta y es la cabeza de un grupo que aparentemente necesita ser guiado para andar. Y así es como anda: deambulando por la zona roja del Grupo D, en donde ya no depende de sí mismo.
A sus casi 31 años es inútil pensar que va a reparar esa falla. Porque eso es lo que es: una falencia que es muy visible dentro de un hombre saturado de virtudes en su pierna izquierda, pero con la cabeza gacha casi de manera permanente cuando tiene puesta la celeste y blanca. Sin embargo, darle la cinta de capitán también es un error por parte de quienes comandan la selección argentina. Quizás en su afán de ser obsecuentes con él, de darle todos los privilegios, le estén añadiendo un peso extra a la cargada mochila que ya lleva encima, que es la de ser el líder de un grupo que le ha dado cero alegrías al pueblo argentino.