Opinión

Cuando la mentira es la verdad


 

Por Carlos Duclos

El tiempo, esa invención humana para medir los tramos de la vida, suele sepultarlo todo. Los hechos y el pasado, si son dolorosos, la mente tiende a esconderlos más rápidamente. El asunto es que muy a menudo, los sucesos sociales (cuando al poder no le conviene que sigan vivos porque entrañan injusticias y responsabilidad manifiesta) son enterrados cuando aún los cuerpos de los hechos están calientes. Y si no, basta girar la mirada hacia el caso del submarino desaparecido ARA San Juan y su pobre, inocente y heroica tripulación, fondeada en el mar junto con la verdad.
Aquellos medios que a cada instante bombardeaban con noticias, muchas veces para desinformar a la audiencia argentina, hoy guardan silencio. Silencio de las autoridades (lamentable silencio), ante un suceso dramático, extraño, que provocó en muchas partes del mundo comentarios de toda índole. El interrogante ineludible es: si un submarino desaparece con toda su tripulación y la verdad se desconoce ¿qué puede aguardar la sociedad con delitos y problemas menores? Es muy grave, por lo anormal y perjudicial, lo que los argentinos viven cada día, pero como dijo alguien: “el problema es que aquí lo irregular o anormal es de costumbre cotidiana y lo malo aceptado”.
El silencio a pocos días de desaparecido el ARA San Juan, es parecido a la locura que le endilgaron a Zulema Yoma cuando dijo que a su hijo lo habían matado y la mentira sembrada en la sociedad luego de ese atentado rechazado como tal por el poder. Muchos argentinos compraron la versión del gobierno y sus medios adherentes y tuvieron a esa pobre madre por desquiciada.
Y a Carlitos lo bajaron, y muy pocos fuimos los trabajadores de prensa del país que sugerimos primero y afirmamos a las 72 horas que había sido un atentado, con poca fortuna en la credibilidad de lo que decíamos por parte de algunos lectores, a quienes el tiempo desenterró la verdad. Recuerdo, de paso, que a las 24 horas del suceso algunos supimos (y esto nos llevó a más pistas) que dos hombres de inteligencia, en el preciso momento en el que el helicóptero del hijo del presidente cayó, estaban en el parador de San Nicolás monitoreando el vuelo. Luego uno de ellos confesó a quien esto escribe que “había amenazas”. Fue uno de esos hombres, luego funcionario en un gabinete provincial (no importa de qué provincia) el que le avisó por teléfono al jefe de inteligencia de ese momento, Anzoarregui, que estaba en reunión de gabinete con Ménem, lo que había sucedido.
Pero la carne podrida, necesaria al poder, se impuso, y los medios adictos que nunca faltan vendieron la macana para el asado argentino. A Zulema la hicieron pasar por loca, muchos se creyeron el cuento de entonces y se necesitó tiempo, años, para que Carlos Menem, al fin, dijera la verdad. En el mes de septiembre del año 2014 el diario La Nación publicó lo siguiente: “El actual senador brindó su testimonio en persona, desde su despacho en el Congreso, ante Carlos Villafuerte Ruzo, juez federal de San Nicolás, y ante Matías Di Lello, fiscal federal de San Nicolás, quien fue quien pidió la citación. Menem estuvo acompañado por su ex mujer Zulema Yoma
Menem «adhirió totalmente a la hipótesis de la señora (Zulema) Yoma», según expresó a la prensa el juez. Villafuerte Ruso sostuvo que espera para principios de octubre los resultados de un estudio pericial realizado conjuntamente por la Universidad de Tucumán y el Conicet sobre la teoría del atentado”.
Tal vez, quien sabe, dentro de 10 0 20 años se sepa qué pasó con el submarino ARA San Juan. Acaso los mismos que hoy informaron, desinformaron y luego guardaron silencio, digan “se supo que el submarino desaparecido en el año 2017 recibió un impacto de…” o cualquier otra versión. Después de todo en este país, y en el mundo, puede decirse o silenciarse cualquier cosa con tal de que la verdad no se sepa. Si para invadir Irak, por ejemplo, se echó mano a una mentira, como sostener que el régimen tenía armas de destrucción masiva, lo que resultó ser falso. Y a propósito, dígase que el ahorcamiento de Saddam (quien contenía al islam radicalizado y terrorista) fue la puerta de entrada para que Estado Islámico comenzara sus operaciones (¡Oh casualidad!).
“Miente, miente que algo siempre queda”, decía el nazi Göebbels. Ese principio lo hicieron propio muchos “líderes” del mundo “occidental y cristiano”. Por eso también se puede decir alegremente que la inflación es del 12 por ciento, cuando la realidad marca otra cosa, o que el estándar de vida del trabajador argentino es superior al del alemán. ¡Ups!
¿Cómo dice la canción de Divididos? “El wawa de Troilo no quiere arrancar / falta envido y truco, chiste nacional… / ¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves? / Cuando la mentira es la verdad»