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Cuando el deseo de ser padres puede con todas las adversidades del camino


Foto: Gentiliza Ariel Vijarra

Ésta es la historia de la familia de Ariel, Damián, Olivia y Victoria, que fue construida a base de esfuerzo y amor en un recorrido sinuoso, pero que terminó siendo el indicado.

Ésta es la historia una familia. La familia de Ariel, Damián, Olivia y Victoria, que fue construida a base de esfuerzo y amor. Ariel y Damián tuvieron que recorrer un camino complejo y doloroso para poder llegar a ser papás, pero desde hace cuatro años tienen la confirmación diaria de que era el camino correcto.

Este domingo, Día del Padre en Argentina, CLG dialogó con Ariel para que cuente cómo fue todo este recorrido. Los altos y bajos, las opciones que tuvieron y sobre todo, el feliz comienzo de su hermosa familia.

«Nosotros empezamos a construir nuestra familia antes de que la ley nos ampare», comenzó explicando. Y continuó: «Decidimos tomar la valiente decisión de primero aceptarnos y luego apostar a una familia y construirla con lo que eso lleva todos los días».

Ellos llevaban 8 años en pareja cuando comenzaron a «conversar la idea de ser padres». «Siempre estuvo presente, pero como la ley no amparaba el tema de la adopción para nuestros matrimonios lo veíamos medio lejano», recordó.

Con el paso del tiempo, su deseo «empezó a hacerse más fuerte». Así atravesaron la línea de largada de una carrera que iba a ser compleja e iba a ponerlos a prueba más de un vez.

«En principio, al no haber existido la ley que nos permitía adoptar decidimos que mi pareja se inscriba primero él como soltero», contó. Luego, se aprobó el matrimonio igualitario. «Ahí decidimos casarnos pensando en la adopción. Nuestro casamiento fue para darle este marco de familia y matrimonio para nuestros futuros hijos», manifestó.

En una de las paradas del trayecto, Ariel y Damián tuvieron una prueba de fuego. «Cuando nosotros empezamos estaba la ley de la adopción directa, era una ley en la que vos tenías que entregar o pagar algo para que ese mamá te diera su hijo, es la realidad», sostuvo. Asimismo, siguió: «Nosotros caímos en eso en esta búsqueda, porque probamos de todo. Había una señora que nos decía que había un bebé en Santiago, viajamos, estuvimos esperando y el bebé no apareció».

Ese momento fue determinante para ellos. Entonces, detalló: «Cuando volvimos, más allá de lo económico nuestra pareja estuvo a punto de disolverse porque empezaron las culpas. Fue un mes donde yo sentí que se murió mi relación, mi vida, todo. Porque jugaban con esto que es la paternidad».

Aunque la prueba fue difícil, la superaron. Y tomaron una decisión que cambiaría las reglas del juego de ahí en adelante: «Decidimos no entrar más en estos juegos siniestros e ir al Ruaga que es el único ente legal. Podés llegar o no a ser padre, pero no va a haber mentiras ni estafas». Sobre esa crisis, resumió: «Lo que te mata no es entregar el dinero, es cómo reconstruir tu familia después de eso».

Antes de salirse de la carrera, estos papás volvieron a intentar. Ariel reveló qué fue lo que lo animó a seguir: «Yo me despertaba todos los días mirando a mi marido, que los dos teníamos las mismas ganas de ser padres, pero yo lo miraba a él y decía: ‘No me puedo ir de esta vida sin que podamos ser padres’. No podía ver el sufrimiento de la persona que tenía a mi lado. Eso me dio fuerza, además de las ganas de los dos».

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Entonces, llegó el día de atravesar la meta y Olivia apareció en sus vidas. Y tan sólo cuatro meses después lo hizo Victoria. «Cuando llegaron nuestras hijas nos cambiaron completamente la vida», dijo emocionado.

«Nosotros vivíamos mal antes de tener nuestras hijas. Vivíamos pendiente de lo económico, de nosotros mismos, de lo más frívolo de la vida. Y cuando fuimos papás comprendimos realmente el sentido de la vida y el verdadero amor, el más puro, que es el que uno tiene por un hijo», aseguró. A lo que añadió: «Nos cambió no sólo la vida, sino la forma de verla. Uno se sensibiliza ante otras cosas, mira con otros ojos, tiene otras prioridades. Mi prioridad es mi familia».

Ariel destacó todo el tiempo que sus hijas llegaron para enseñarles y que lo hacen cada día de sus vidas. Los ponen a prueba, pero pruebas de esas que se enfrentan con la alegría de tenerlas y las superan, justamente, por ellas. «Yo volvería a elegir todo esto porque mi vida y la de mi marido cambió. Toda esta locura que muchas veces hace que las parejas se separen, a nosotros nos fortaleció, porque el deseo fue mutuo», señaló con seguridad.

«El plan de este día fue ir a desayunar los cuatro juntos. Es un terremoto, porque ellas se quieren levantar y demás, pero dijimos la idea es buscar donde ellas puedan correr», relató sobre la forma de festejar.

En su camino, Ariel y Damián pasaron por muchos obstáculos, fue una carrera de esas en las que hay que levantarse una y mil veces para poder cruzar la meta. Y lo más hermoso que se llevaron fue que al cruzarla nada terminó, al contrario, comenzó su familia.