Análisis

Cristina y la pregunta relevante


Por Diego Añaños

Por Diego Añaños

El miércoles arribaron los funcionarios del FMI en visita formal a la Argentina. La misión está encabezada por la Directora Adjunta del Departamento para el Hemisferio Occidental, Julie Kozack, y el venezolano Luis Cubeddu, encargado del caso argentino. El objetivo es avanzar con las conversaciones iniciadas informalmente allá por noviembre, cuando el aún no designado Martín Guzmán se reunió con la directora gerente Kristalina Georgieva.

Por primera vez desde iniciadas las conversaciones, el equipo económico argentino pondrá a disposición de los funcionarios del Fondo toda la información de las cuentas públicas, así como también dará a conocer las proyecciones sobre las cuáles viene trabajando.

La primera reunión con el Ministro, de la que también participó Sergio Chodos, el representante del Cono Sur ante el directorio del organismo, se desarrolló en un marco de trabajo cordial, y desde Economía destacaron el “clima constructivo” que predominó durante la misma. A continuación fue el turno de reunirse con el Ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, en la que se indagó acerca de la estrategia del gobierno para reactivar la inversión. También mantuvieron un encuentro con el Ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, para interiorizarse de los detalles del plan alimentario (ALIMENTAR) que lleva adelante el gobierno. La semana que viene visitarán las oficinas del titular del Banco Central, Miguel Pesce, y de la Directora de la Afip, Mercedes Marcó del Pont.

Las versiones coinciden en que la oferta argentina avanza. La idea sería garantizar el equilibrio fiscal a partir del segundo semestre de éste año, un superávit fiscal a partir de 2021 y hasta el final del mandato de Alberto Fernández.

También se apunta a lograr un superávit comercial de entre 18.000 y 25.000 millones de dólares en el mismo período. El gobierno argentino se comprometería a retomar la iniciativa del proyecto de Vaca Muerta, lo cual podría significar un aporte de 5.000 millones de dólares extra, y que operaría como garantía para que el Fondo acepte la propuesta argentina, que incluiría un período de 3 ó 4 años de gracia, antes de comenzar a devolver los 44.000 millones de dólares que ya fueron girados al país. Como contrapartida, la Argentina solicita al organismo una flexibilización de sus normas para evitar la sustitución del crédito presente por un crédito de facilidades extendidas.

En términos prácticos, la propuesta sobre la que trabaja Guzmán, intenta escapar de los condicionamientos habituales que suele imponer el FMI, y que incluyen el paquete clásico de reformas estructurales: reforma laboral, reforma previsional, reforma fiscal y un nuevo acuerdo en la relación presupuestaria con las provincias.

Si bien Cubeddu es un viejo conocido, dado que ya participó de anteriores negociaciones con la Argentina, con Georgieva se abre un proceso de cambio generacional en las filas del Fondo. De hecho David Lipton, el representante de Estados Unidos, y número dos del organismo, dejará su cargo a fin de mes. En un tweet de despedida, la nueva directora agradece a Lipton por los servicios prestados, a la vez que pondera sus capacidades analíticas. Ironías del destino, el norteamericano fue uno de los autores del sistema de “Alerta temprana” y del “Marco de evaluación del Balance Externo”, dos maravillosos instrumentos que no permitieron advertir la inviabilidad del préstamo a la Argentina, y su inminente fracaso.

Recordemos que para otorgar el préstamo se pasó por encima del estatuto del Fondo en repetidas oportunidades. En efecto, el monto otorgado era casi tres veces lo que correspondía en función de la cuota parte que el país paga en su calidad de miembro del organismo. No debemos olvidar que el primer acuerdo, anunciado en junio de 2018 sólo pudo sostenerse algunos meses, y la crisis económica (tuvimos tres presidentes del BCRA en cuatro meses) obligó a negociar una segunda versión. La decisión política estaba tomada por el presidente Trump, el FMI asistiría a la Argentina sin importar las reglas. De ahí en adelante, el gobierno de Mauricio Macri fue una máquina de incumplir. Tengamos en cuenta que, según lo acordado con el Fondo, una inflación que fuera por encima del 29% a fines de 2018 bloquearía el acuerdo, y no fue suficiente el 47,8% para hacerlo, a pesar de todas las advertencias previas. La gestión Cambiemos recibió numerosos waivers (perdones, “vistas gordas”) por parte del FMI por diversas razones: no presentar los datos en tiempo y forma, no cumplir con los objetivos de corto plazo, etc.

Tal vez, por todo lo dicho, el planteo de Cristina Fernández en la presentación de Sinceramente en la Feria del Libro en Cuba es fundamental. Según la ex presidenta, es necesario que el Fondo acepte una importante quita de capital en la renegociación de la deuda argentina, dada la imposibilidad fáctica de hacer frente a la misma. La respuesta del organismo fue casi inmediata, y estuvo a cargo de Gerry Rice, el vocero oficial del FMI: la quita “no está permitida por los estatutos, y no sólo en el caso de la Argentina”. La réplica de CFK tampoco se hizo esperar: “No se puede hacer una quita porque el estatuto prohíbe hacer quita, pero también prohíbe prestar para fugar capitales (algo que el FMI avaló durante la gestión de Mauricio Macri). ¿Por qué vamos a hacer valer una prohibición y la otra no?

Quiero que me apliquen el estatuto del FMI entero”. Y es, indudablemente, la pregunta relevante. El Fondo debería explicar porqué, como comentábamos anteriormente, violó (y permitió violar) sistemáticamente sus propias reglas durante la gestión anterior y, en vez de reconocer su fracaso, ahora pretende cambiar su posición y decide ajustarse rígidamente a sus estatutos.