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Coronavirus: trabajadores del Estado a la buena de Dios


Algunas reparticiones del Estado provincial exponen a los trabajadores a contagios que podrían prevenirse, a situaciones críticas innecesarias, con el riesgo que ello conlleva. Mirá el editorial de Con La Gente

La Corte Suprema de Justicia de la provincia de Santa Fe, con buen tino, ha suspendido todas las audiencias en el Poder Judicial. También con sentido común, el Ministerio de Educación de la provincia de Santa Fe ha desobligado a los docentes de asistir a las escuelas. Sin embargo, en otras reparticiones del Estado provincial se expone a los trabajadores a contagios que podrían prevenirse, a situaciones críticas innecesarias, con el riesgo que ello conlleva para ellos, para sus familiares y para toda la sociedad en general.

Con la Gente pudo saber, por ejemplo, que en una repartición provincial personas acudieron a audiencias innecesarias, para nada urgentes, y lo hicieron con guantes y mascarilla. Reparticiones en donde el distanciamiento no se respeta (a veces se torna imposible por la labor). ¡Una barbaridad!

Ayer por la tarde, por otra parte, este medio pudo constatar que muchos bares concesionados por la Municipalidad y por la provincia estaban abiertos, mientras en todas partes hay un clamor generalizado de que se cierren shoppings y lugares de concentración de público. ¿No es el Estado el que no solo debe dar el ejemplo, sino bajar normas severas en un marco de situación crítico?

En este contexto, no sirve para nada reducir la concurrencia al 50 por ciento ni respetar las distancias en lugares públicos.

Y todo esto ocurre mientras el presidente de la Nación, Alberto Fernández, se pone al hombro a la Patria y a todos sus ciudadanos, mientras pide aislamiento social, que no se circule y que se evite todo tipo de contacto para atemperar los efectos de un virus que causa estragos.

En rigor de verdad, el gobernador y el intendente deberían haber decretado hace días el asueto para toda la administración pública, exceptuando a personal policial y sanitario. Todo lo demás no solo que no es necesario, sino que es riesgoso. Resulta paradójico e incomprensible todo esto, puesto que en el mes de enero se licenció a toda la administración pública provincial sin que hubiera razones contundentes para hacerlo.

Se trata de sentido común y de sabiduría, atributos que por supuesto no los da un título. Atributos que son tan necesarios para evitar una ola que arrase a los ciudadanos, como está ocurriendo en España, Italia y otros países que no previeron la catástrofe. Atributos que escasean y que por eso los trabajadores del Estado (miles) están expuestos y a la buena de Dios. Con lo que ello supone para toda la sociedad.