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Coronavirus: la carta del cardenal Poli a los trabajadores de la salud


Mensaje de aliento en medio de la pandemia

El arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, agradeció «con admiración» y alentó «con entusiasmo a todas las personas que están abocadas a la atención» de los enfermos graves que tienen que permanecer aislados a causa de la pandemia de coronavirus.

El cardenal primado de la Argentina se expresó así en una carta difundida hoy por el Arzobispado de Buenos Aires, con el «solo propósito» de «agradecer con admiración y alentar con entusiasmo a todas las personas que hoy, en este tiempo difícil, de prueba y desafío, están abocadas a la atención y cuidado de enfermos que, en grave estado, han debido ser aislados, y, por eso, separados de todos sus afectos y vínculos».

Parte de la misiva, rubricada también por los obispos auxiliares de Buenos Aires, se dedicó a la posibilidad de perder la vida consecuencia de la pandemia del Covid-19 y en el texto se brindaron, además, algunas recomendaciones.

«La muerte es el último trazo que completa la figura de una vida. Por eso, un moribundo es alguien digno del más alto respeto: está terminando de labrar su sentido, de saber quién es», consideraron los religiosos.

A «quienes asisten a los enfermos graves y solos, que están en una tarea única, muy bella y que nadie más puede hacer: amparar.

Con todas las cautelas que se requieran y que estén indicadas, amparen», recomendaron.

También pidieron que «hagan sentir al enfermo que hay una presencia, que no es tan absoluta su soledad. Toda persona, también en ese momento extremo, tiene necesidad de ser valorada, de ser reconocida, de ser amada».

«Cuando se trate de enfermos cristianos, y los que los asisten también lo sean, sepan que pueden hacer ustedes muchas cosas: pueden bendecir al enfermo, pueden bendecir agua para que lo acompañe en su oración. Pueden hacer la señal de la cruz sobre el enfermo o el agua y pedir a Dios sus dones, la salud y su bendición», añadieron.

Explicaron que «tampoco hace falta abrumar con palabras. La presencia silenciosa es a veces una comunión mucho más íntima y profunda. (Todo esto, por supuesto, depende del estado del enfermo, del nivel de gravedad de su situación. Quizás, a veces, se pueda hacer llegar alguna noticia a los parientes o amigos, para quienes la situación también resulta muy dura, o de ellos al enfermo)».

«Cuando el enfermo o el que asiste no son creyentes, la presencia y el afecto valen tanto como en el otro caso. Y, siempre según el respeto a los procedimientos que cuidan la salud, quizá se le pueda acercar al paciente alguna foto de sus seres queridos, o de un lugar amado o significativo, o una música preferida por él», dijeron.

A todas las personas que asisten en este momento a los aislados, católicos o de otras confesiones y no creyentes: «Pedimos por ustedes, les deseamos lo mejor, también que el trabajo de cada uno sea reconocido con un sustento económico digno que refleje el valor de tan importante tarea», indicaron.

Finalmente, expresaron: «A todos ustedes, pues, los obispos queremos decirles que cuenten con nosotros. Los admiramos, los queremos, los necesitamos, son importantes, especiales, inspiradores».