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Coronavirus: el drama de una rosarina varada en un crucero en Australia


Sofía trabajaba en un crucero de la firma Royal Caribbean y el 25 de marzo sufrió la cancelación de su contrato laboral: hoy vive un infierno confinada dentro de la embarcación en aguas de Port Kembla

La humanidad se tapa con una sábana corta. Los “varados” por el mundo, sin respuestas sobre cómo volver a sus países, expulsados de hoteles y encerrados lejos de casa sin dinero, son algunos de los dramáticos anexos de la crisis desatada por la pandemia de coronavirus. Los estados cierran fronteras, las compañías aéreas se trenzan en disputas por quién financiará los vuelos de repatriación y hay tripulaciones atrapadas en mares y océanos del mundo. Este último caso es el que atormenta desde hace días a Sofía, una joven rosarina que trabajaba junto a otros cuatro argentinos en un crucero de la firma Royal Caribbean y el 25 de marzo sufrió la cancelación de su contrato laboral: hoy vive confinada dentro de la embarcación en aguas de Port Kembla, Australia.

“Estamos en aislamiento inhumano sin motivo. Teníamos contrato hasta septiembre con Royal Caribbean en el barco Radiance of the Seas y hace días nos dejaron a la deriva”, explicó la joven por medio de un escrito, quien apuntó que todo comenzó el 14 de marzo: “Desembarcamos a todos nuestros huéspedes en Sydney, Australia. Luego de que Nueva Zelanda anunciara el cierre de sus puertos y desde ese momento sólo quedamos cerca de 750 tripulantes a bordo trabajando para «cerrar el barco» con la promesa de que el 27 nos dejarían volver a casa».

“El 26 a la mañana en un mensaje impresentable e insensible, el capitán nos anuncia que Australia nos había cerrado sus puertos y que no nos dejaba ni cargar combustible y que esperaban una decisión definitiva por el gobierno australiano”, contó. Y continuó: “A partir de ese momento, la tripulación se dividió en non-working crew (los que quedamos sin contrato), sin poder trabajar, y la “working crew”, unos aproximados 156 tripulantes que siguen trabajando como si nada pasara”.

“Después de 14 días de cuarentena total, toma diaria de la temperatura a todos los miembros de la tripulación, medidas de desinfección extremas de todo el barco varias veces al día con productos de uso en quirófanos, incluyendo fumigación, seguimos flotando, completamente varados, sin puerto donde desembarcar y sin trabajo, ya que la empresa nos terminó los contratos”.

“El 28 por la mañana, el capitán anuncia que las autoridades australianas habían determinado cerrar sus puertos hasta junio y darnos 24 horas para llegar a Port Kembla para realizar tareas sanitarias, abastecimiento de provisiones y combustible. Sin embargo, el 30 logramos atracar en Port Kembla para cargar provisiones y combustible. Y finalmente dejaron bajar a la tripulación australiana, pero el resto de la tripulación permanecemos abordo. Seguimos abordo perdiendo dinero y siguen cobrándonos los consumos que realizamos en la tienda para la tripulación y/o bares”.

“El 31 de marzo sin ningún tipo de información, nos comunicaron que decidieron usar la flota como conejillo de indias sin nuestro consentimiento y desde el 1 de abril nos confinaban en nuestras cabinas sin poder ni asomar la nariz por la puerta”, prosiguió Sofía.

“Estamos siendo tratados como criminales y no hemos hecho nada más que venir con un contrato de trabajo y atenernos a todas las decisiones estúpidas que la empresa ha tomado hasta el momento. La empresa nos puso en esta situación completamente ajena a nosotros y estamos siendo sometidos en contra absoluta de nuestras voluntades. Estamos en manos de locos que como empleados tal de la empresa, sólo piensan en los beneficios de esta corporación”.

“Por favor, tomen las medidas necesarias para que podamos volver a casa, por favor presionen al gobierno australiano, autoridades marítimas y organizaciones internacionales para que nos dejen bajar, que hagan un corredor sanitario como hicieron con el Costa Pacífico, por ejemplo, no aguantamos más”, concluyó.