Por Diego Carballido
El Instituto Nacional del Vino realiza periódicamente informes respecto al volumen en las ventas de las diferentes variantes que presenta el vino. El último de sus trabajos correspondiente al mes de septiembre arroja una caída de casi el 14% respecto al mismo mes del año pasado en las ventas de todo el país. Esta baja, en el caso de las vinerías, convive con un auge que tiene el rubro en cuanto a cantidad de locales en la ciudad. «Somos muchas vinotecas, la gente que consume vino es la misma y el volumen de venta no se incrementa. Es decir, nos repartimos entre más personas a los mismos clientes», aseguró en diálogo con CLG uno de los propietarios de este tipo de locales. Esto sumado a que, en general, no se trata de la venta de productos de primera necesidad produciendo que, si es necesario acotarse, salga rápidamente del presupuesto de los consumidores.
Los comerciantes consultados coincidieron en que la manera de subsistir en el rubro de la venta de alcohol es tratar de diversificarse ofreciendo eventos como degustaciones o catas, sin dejar de prestarle atención a las redes sociales. Aunque en el campo de la web, muchos de estos locales compiten con las ofertas que pueden realizar las grandes cadenas comerciales a causa de que manejan otros volúmenes de venta.
CLG tomó contacto con diferentes comerciantes. «No me parece que haya aumentado la cantidad de ventas de vinos como paliativo de la crisis que estamos atravesando», arrojó uno de los consultados. Mientras que otro empresario del rubro sostuvo: «No creo que se consuma más alcohol en época de crisis, pero sí vemos que se consume peor alcohol».
Aparentemente, la nueva arista de análisis surgida a partir de la consulta con diferentes comerciantes se relaciona con consumidores que gastan la misma cantidad de dinero que hace seis meses atrás, pero ahora se están llevando productos que en otro momento hubiesen rechazado.
Un buen vino
El valor promedio a partir del cual los entendidos establecen que se puede empezar a hablar de “un buen vino” varía de acuerdo a la época. Actualmente, se considera que todo aquello que supere los $200 entra en otra categoría y puede estar sujeto a un análisis. Por lo tanto, el primero de los problemas lo representa disponer habitualmente de ese dinero para poder disfrutar de un vino de calidad. “Los clientes siguen gastando la misma plata. Pueden seguir tomando vino, pero tuvieron que bajar sus pretensiones con respecto a la calidad», aseguran los comerciantes. De alguna manera, los consumidores tuvieron que amoldar su paladar al bolsillo. «La persona que consume vino, lo sigue haciendo y no lo va a dejar de hacer. Porque tiene que ver con su estilo de vida”, asegura otro de los comerciantes consultados, pero también afirma que “hay un desmedro en la calidad porque numéricamente su bolsillo le permite menos”.
No se trata sólo de beber
En los últimos años se ha montado toda una ritualidad en torno al consumo de alcohol que, desde algunos allegados al rubro, sostienen puede jugar en desmedro de las ventas en épocas de ajuste. En el caso del vino, dejó de ser visto como ese producto de consumo masivo y cotidiano, más relacionado a las clases populares, para convertirse en un objeto más sofisticado que debe ser consumido de acuerdo a determinadas condiciones. “Se dan demasiadas recomendaciones con respecto a cómo, dónde y con qué acompañar un vino produciendo en algunas personas una especie de vergüenza por llevarse una botella de vino de $100″, opina uno de los comerciantes.
Tal vez una medida para intentar modificar esta imagen más delicada en torno al consumo del producto de la uva estuvo relacionada con un cambio en su envasado.
Una resolución del Instituto Nacional del Vino del mes de octubre permitió la comercialización de la bebida, normalmente presentada en botellas, en barriles y latas. Claramente saliendo a competir con las cervezas comerciales que atraviesan un presente diferente.
Dilema artesanal
Otro campo donde se observan modificaciones en cuanto a los hábitos de consumo es el relacionado con el mundo de las cervezas. Si bien se puede hablar de una migración de algunos consumidores de vino hacia el mercado de las cervezas comerciales, los fabricantes de cervezas de artesanales desde hace unos meses se encuentran en una encrucijada. “A partir de agosto, cuando el proceso inflacionario impactó con más fuerza, todos los insumos necesarios para la fabricación de cerveza artesanal subieron un 42%” advirtió Esteban Schlimovich, uno de los miembros de la Cámara Rosarina de Artesanos Cerveceros, para lo cual “a los productores nos resulta imposible trasladar al precio ese incremento. Por ende, no sólo han bajado las ventas sino que también se disminuyó nuestro margen de ganancia”.
Según explicó Schlimovich, el 90% de los insumos necesarios para fabricar cervezas son importados, por lo tanto están sujetos a los vaivenes del precio del dólar. El 10% restante lo conforman las maltas que provienen de las cerealeras, actividad que también sufre incrementos cuando se modifica la moneda norteamericana.
A este panorama, es necesario agregarle que «el cervecero no tiene otra manera de crecer si no lo hace por medio de créditos, porque todas las herramientas necesarias tienen un precio que resulta difícil deducirlo de las ganancias. Pero en la actualidad, con tasas de interés cercanas al 100% anual, para muchos los créditos no son una opción”, concluyó.