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Comer rápido: ¿cómo y por qué puede afectar la salud?


Se trata de una costumbre que podría resulta perjudicial a mediano y a largo plazo

Un artículo publicado en el sitio mejorconsalud.com explica los motivos por los que comer rápido puede ser nocivo para el organismo y propone algunas recomendaciones y estrategias para revertir dicha situación.

La velocidad a la que ingerimos los alimentos influye en la respuesta del organismo a los mismos. A pesar de que este es un factor que no se tiene en cuenta en la mayor parte de las dietas, resulta importante. Por este motivo te vamos a presentar a continuación una serie de razones por las que comer rápido es malo para tu salud.

Quizás ya en alguna ocasión hayas escuchado que masticar bien los alimentos mejora la digestión. El proceso digestivo comienza a nivel bucal, donde los ingredientes que consumimos se impregnan de la saliva para formar el bolo alimenticio.

Una correcta masticación permite que la comida se empiece a descomponer antes de llegar al estómago. Se reduce, así, el esfuerzo que debe realizar este órgano para la disociación de los nutrientes.

Dos razones por las que comer rápido es malo

Existen más razones, pero hoy te vamos a exponer las 2 principales, desde el punto de vista nutricional, por las cuales debes comer más despacio. Si comienzas dicha práctica desde ya, conseguirás mejorar el estado de salud general. Toma nota.

1. No se inhibe el apetito con eficiencia

La saciedad, tal y como muestra una revisión en Applied Physiology, Nutrition and Metabolism, es una condición de carácter multifactorial. Influyen en ella mecanismos como la distensión estomacal.

También las glucemias son capaces de determinar la supresión del apetito. De todos modos, en la boca existen ya unos receptores de glucosa que, si son correctamente estimulados, pueden poner en marcha ciertas reacciones fisiológicas saciantes.

Por este motivo, comer despacio incrementa la cantidad de glucosa que se puede absorber a nivel bucal, generando así una progresiva supresión del apetito. Las personas que mastican bien los alimentos, con calma, son menos propensas a ingerir cantidades excesivas luego, lo cual es provechoso para controlar el sobrepeso.

2. Se aumenta el riesgo de molestias gástricas

Mucha gente sufre de problemas digestivos en el mundo. En ausencia de alguna patología concreta que los justifique, estas situaciones pueden estar motivadas por una mala masticación de los alimentos.

El hecho de comer muy rápido no permite desmenuzar los productos en la boca, por lo que tanto el estómago como el intestino tienen que realizar un esfuerzo mayor. Esto se refleja en una reducción de la velocidad digestiva, así como en un incremento del riesgo de molestias.

Por otra parte, engullir los alimentos provoca que se trague cierta cantidad de aire. Esta situación es perjudicial para quien tiene ya tendencia a generar flatulencias a nivel intestinal. Además, el paso de todo este gas a lo largo del tubo digestivo es capaz de causar molestia y dolor.

Son varias las investigaciones científicas que relacionan la formación de gas a nivel intestinal con la incomodidad e incluso los cólicos. Por este motivo, hay que tomar ciertas medidas al respecto. Una de ellas puede ser cuidar la microbiota intestinal. Otra, comer más despacio.

 

 

Comer rápido está mal visto

Fuera de lo nutricional, cabe destacar que comer rápido puede resultar un acto de mala educación. A la hora de sentarse a la mesa, es importante mantener unas normas de conducta básicas que mejoren las relaciones sociales con nuestros pares.

Cuando comemos acompañados es preciso ingerir los alimentos con calma, pues de lo contrario podríamos incomodar a algunos comensales. Aparte de mejorar la salud, con este comportamiento conseguimos no generar molestias entre las personas con quienes compartimos mesa.

Te recomendamos que te fijes un número mínimo de masticaciones antes de tragar cada bocado, con el objetivo de incrementar el tiempo que pasa la comida dentro de la boca. 20 veces sería una buena cifra. De este modo, consigues reducir la velocidad con la que comes, mejorando la digestión y el concepto que el resto de los comensales tiene de ti.