El jefe de cirugía y director del Hospital Nuestra Señora de la Merced de Martín Coronado manifestó que el neurocirujano "tenía una actitud de un fan, de un familiar afectado, no mantenía la distancia para tener objetividad y claridad tanto pre, intra y post quirúrgica"
Un médico que supervisó la operación a la que fue sometido Diego Maradona tres semanas antes de su fallecimiento, declaró en la causa que se tomó la decisión de que el neurocirujano Leopoldo Luque no participe de la cirugía porque «no estaba en condiciones anímicas» y «tenía una actitud de un fan», y además le aportó a los fiscales la grabación de la reunión donde se decidió la internación domiciliaria.
Se trata de Rodolfo Benvenutti (50), jefe de cirugía y director asociado del Hospital Nuestra Señora de la Merced de Martín Coronado, quien ayer declaró en la Fiscalía General de San Isidro.
Benvenutti fue convocado por los fiscales Cosme Iribarren, Patricio Ferrari y Laura Capra, luego de que el abogado Víctor Stinfale declarara que, como su médico de confianza, le pidió que lo acompañara a la Clínica Olivos el 3 de noviembre pasado cuando supo que operaban allí a Maradona de un hematoma subdural.
El cirujano explicó que llegaron a la clínica junto a Stinfale y cuando ingresaron a la habitación donde estaba Maradona, algo les «llamó la atención».
«Había una persona de cuclillas en el piso besándole la mano en una posición no muy profesional, preguntamos quién era y se presentó, era el Dr. Luque», contó el médico, según consta en su testimonial, a la que accedió Télam.
Benvenutti explicó que cuando Luque les dijo que ya tenía otros dos profesionales con quienes operar, Stinfale y él le dijeron que «no era un equipo de excelencia, que no era el equipo que necesitaba Maradona», a lo que el ahora imputado les dijo que era una «cirugía simple y sencilla».
«Yo en el ascensor le dije que se estaba equivocando porque no estaba en condiciones anímicas de operar. Lo que presencié al ingresar no me pareció que era de un profesional porque ante una complicación tiene que operar potencialmente lo que pueda ocurrir», afirmó.
Para Benvenutti, Luque «tenía una actitud de un fan, de un familiar afectado emocionalmente, no mantenía la distancia para tener objetividad y claridad tanto pre, intra y post quirúrgica».
Además, le dijo a los fiscales que Luque «es neurocirujano especialista en columna» y que «a Maradona había que operarlo con un neurocirujano que opere cerebro todos los días».
También recordó que en ese momento, Stinfale se encontró en la clínica con Gianinna y Dalma Maradona, las hijas del «10», y que ellas estuvieron de acuerdo con que Luque no hiciera la operación.
Benvenutti afirmó que se operó con otros expertos y que «la cirugía transcurrió con total normalidad» pero que otra situación se dio con Luque cuando tenía que ir a dar el parte médico a la prensa.
«Increíblemente Luque entra en crisis de nervios o estrés. Yo pienso que fue superado por la situación. Se pone en cuclillas, empieza a llorar. Stinfale intentó contenerlo. Estaba desbordado», describió el médico, quien recordó que luego él salió con el neurocirujano para apoyarlo en la conferencia.
El otro aporte que hizo Benvenutti fue que le entregó a los fiscales un pendrive con la grabación de audio de la reunión que unos días más tarde se hizo en la misma Clínica Olivos entre la familia, los médicos y allegados, y donde se decidió la externación a la casa de Tigre donde finalmente falleció por una afección cardíaca el 25 de noviembre.
Explicó que si bien él participó de esa reunión con las hijas, las hermanas y los médicos personales del entonces DT de Gimnasia, la grabación se la consiguió Stinfale luego de hablar con un periodista del programa de Jorge Rial, donde habían pasado un fragmento.
El testigo explicó que allí se habló de «cómo iba a ser la externación, si iba a ser un centro de internación o una internación domiciliaria» y que finalmente estuvieron «todos de acuerdo» en que sería en un domicilio.
Contó que «dejaron en claro que era imposible» llevarlo a un centro «porque Maradona no quería» y que de la clínica «ya se quería ir».
Benvenutti definió a Maradona como «un paciente difícil» y al respecto, explicó: «Yo lo vi en dos ocasiones y la verdad que me di cuenta que él siempre quería dominar sobre las decisiones, no importa cual, pero se hacía lo que él quería básicamente esa fue mi impresión».
Señaló que Luque y la psiquiatra Agustina Cosachov –otras de las ahora imputadas- indicaron que mantuvieron reuniones en las que «Swiss Medical ponía a disposición todo» y dijo que en sus intervenciones aconsejó que «sí o sí tenía que haber seguimiento clínico, neurólogo, eventualmente cardiólogo, que iban a tener mucho cuidado al respecto de la medicación que eligieran para el tratamiento de adicción».
También recordó que en esa reunión «casi seguro se habló de la ambulancia» que debía estar a disposición para una urgencia y que al repartirse las responsabilidades a Luque le tocó «la parte médica».
«El no de Maradona iba a ser atendido por Luque. Me pareció muy prudente que sea Luque, porque vi la relación que tenían. El día de la cirugía, Diego insistía que solo Luque podía operarlo y no le importó nada de lo que le diga cualquiera. Ahí vi esa relación de afinidad, con lo cual para una internación domiciliaria me pareció importante y necesario», señaló.
«Luque dijo que él iba a estar a disposición para cuando Maradona no quisiese tomar la medicación, o cuando se niegue a que lo atiendan o ante un problema con algún enfermero. Estoy seguro que Luque dijo eso. Luego de eso yo me tomé vacaciones, cuando vuelvo un lunes o martes me entero lo del deceso», concluyó el médico.
Maradona, la mayor figura de la historia del fútbol mundial, murió de un edema pulmonar y una falla cardíaca el 25 de noviembre de 2020 al mediodía, en una casa del barrio privado San Andrés, de Tigre, donde transitaba la internación domiciliaria que está bajo investigación penal en la justicia de San Isidro.
Por el caso, hay siete profesionales de la salud imputados por «homicidio simple con dolo eventual», figura penal que prevé de 8 a 25 años de prisión.