La policía brasileña detuvo este martes a cuatro personas acusadas de cometer delitos cibernéticos, entre quienes figura un hacker acusado de haber invadido el teléfono celular del ministro de Justicia, Sergio Moro.
Los operativos, que se llevaron a cabo en varias ciudades de Brasil, son seguidos con atención por miembros del sistema judicial, debido a que Moro, antes de ser designado ministro, fue el juez que investigó el caso Lava Jato, una trama de corrupción que salpicó a gran cantidad de políticos y empresarios y que llevó a la cárcel al ex presidente Luis Inácio Lula Da Silva.
La limpieza de esa operación anticorrupción quedó en entredicho semanas atrás, cuando el sitio The Intercept Brasil publicó diálogos entre Moro y distintos fiscales del caso Lava Jato en los que aparecieron consultas que pusieron en duda la imparcialidad de los investigadores.
Lula terminó con una con una condena de prisión y fuera de la carrera para volver a la presidencia de Brasil, lo que allanó el camino para la llegada al poder de Jair Bolsonaro, quien a su vez designó a Moro como ministro.
Un comunicado de la Policía Federal brasileña publicado hoy en todos los medios locales señaló que las detenciones se llevaron a cabo en el marco de la Operación Spoofing, que permitió también registros en las ciudades de Brasilia, San Pablo, Araraquara y Ribeirão Preto.
Según la policía, el nombre Spoofing se refiere a «un tipo de falsificación tecnológica que busca engañar a una red o una persona para que crea que la fuente de información es confiable cuando en realidad no lo es», informó O Globo.
En junio pasado, un informe periodístico de O Globo mostró que la policía y la Oficina del Fiscal Federal tenían indicios de que el ataque pirata informático que exponía los mensajes privados de Moro y los fiscales estaba bien planificado y tenía un alcance mucho más amplio que el conocido anteriormente.
Los reportes oficiales no incluyen los nombres de los detenidos ni los cargos específicos, pero dejan entrever que los ataques cibernéticos no se limitan al que sufrió al ministro Moro, sino que afectan a otras personalidades de Brasil.