Al cumplirse 65 años del ataque aéreo a la Plaza de Mayo, CLG dialogó con el referente peronista Julio Bárbaro, quien hizo un análisis político de lo sucedido aquella tarde y lo que vino después
Por: Santiago Ceron
Se cumplen 65 años de uno de los hechos más atroces de la historia argentina: el 16 de junio de 1955 la Aviación Naval y parte de la Fuerza Aérea se sublevaron contra el gobierno de Juan Domingo Perón y bombardearon la Plaza de Mayo, asesinando a 350 personas e hiriendo a otras 2.000. En un nuevo aniversario del doloroso recuerdo, CLG dialogó con el pensador argentino Julio Bárbaro, quien habló sobre lo sucedido aquella tarde e hizo un análisis del peronismo a partir de ese hito.
Hace 65 años 14 toneladas de bombas cayeron sobre una Plaza de Mayo que estaba plagada de civiles, en lo que fue un intento de asesinar a Perón y que terminó en una una masacre que marcó el inicio de la violencia política que envolvió al país hasta bien entrados los años setenta, y que quedó finalmente impune.
«Se recuerda esa fecha con tristeza porque en muchos rasgos hoy somos la misma Argentina«, comenzó analizando Bárbaro. «Si uno recuerda el bombardeo a la Plaza de Mayo y la muerte de tantos inocentes, es la clase alta bombardeando al pueblo. Aquellos que venían a expulsar a Perón por ‘antidemocrático’ lo hicieron con bombas, matando inocentes», agregó.
El escritor argentino y referente histórico del peronismo expresó que el bombardeo de las Fuerzas Armadas a la Plaza de Mayo «fue la imagen clara de lo que pensaban los ricos de nuestros pobres«.
Además, recordó cómo vivió el bombardeo a sus 13 años: «Mi viejo y mis tíos eran ocho hermanos hijos de italianos, y siete eran antiperonistas, había una sola peronista que se había ido a vivir a Ramos Mejía, los demás estábamos en Boedo. Estábamos en la casa de una tía mía escuchando el bombardeo, porque estaban todos a favor del mismo, yo tenía 13 años y veía ese golpe que para mi familia era la vuelta de la democracia».
El pensador argentino continuó con el análisis e hizo una comparación con la actualidad: «Luego viene el Golpe del 55, y Aramburu va a fusilar por derecha, es decir asumiéndolo, a Cogorno y a Valle; y en los basurales va a asesinar a un grupo de compañeros. El lado opuesto al peronismo es eso, y eso ganó una sola elección con Macri, cuando ya no necesitaban matar. Cuando ganaron con Macri, y yo lo voté, hicieron lo mismo de siempre: generaron deuda y pobreza«.
«A mi me sacaron el 25% de mi capacidad de consumo, y eso lo hicieron con todos. Esa es la derecha argentina. Es una conciencia refugiada en los bancos esencialmente, esos bancos que son parásitos de una sociedad a la que no le prestan, le hurtan«, agregó.
Bárbaro continuó con su comparación con el presente, y aseguró que «no ha cambiado nada»: «Tienen el odio al humilde y al símbolo del humilde; es el odio al peronismo y al Papa, y no porque el Papa sea peronista, sino porque la religión está con los humildes. Eso es lo que ellos desprecian».
Entonces, recordó viejas épocas del país: «Argentina pudo ser Europa, yo viajé a Roma y Madrid cuando eran más pobres que Buenos Aires, y eso fue el peronismo, como también fue Frondisi e Illia. Argentina fabricaba aviones, locomotoras, tractores, coches y motos; y en nombre del peronismo y la traición Randazzo importó durmientes, si eso no es la colonia que me digan qué es. Hoy la Patria se ha reducido a una mínima expresión conciencia».
«El peronismo de Perón muere con Perón, lo que queda es un disfraz«, aseveró. «Queda una traición de Menem que vendió todo, y no nos olvidemos que Néstor Kirchner negoció bien la deuda, pero vendió YPF. El país lo vendimos un poquito cada uno, por eso para mí el peronismo es hasta el día en que muere Perón, después son variantes de la traición, es un recuerdo que da votos. Lo mismo con el radicalismo. La política argentina hoy es parte de una oligarquía que es la burocracia, los que explotan a la gente son burócratas«.
«En el fondo, lo que la oligarquía logró muchas veces es seducir a la clase media creyendo que la iba a llevar a un mejor lugar, y la empobreció. La clase media argentina sufre el síndrome de Estocolmo, se enamoró del secuestrador«, concluyó.