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Bárbara Di Rocco: «Ser trans es una opción de vida, no un mero cambio estético»


La escritora trans oriunda de San Nicolás ha escrito dos libros de lectura inclusiva para concientizar en las escuelas. Dialogó con CLG en una entrevista donde habló de todo

 

Por Mario Luzuriaga

Bárbara Di Rocco es una mujer trans que tuvo la oportunidad de llevar la literatura inclusiva a los más chicos.

Nació en la ciudad de San Nicolás, provincia de Buenos Aires. Desde pequeña descubrió que le encantaba escribir sobre su vida y es por esto que se inspiró en su propia historia de vida, en poder compartirla a través de la literatura dirigida para los más chicos.

Sus dos libros son «Atigrado», en la que se inspiró en muchas historias reales que enfrentan las personas del colectivo Lgtbiq; mientras que «Juana, la valiente», habla de la promoción de la salud y para que toda la gente tome conciencia del cuidado personal.

Esto le valió a Bárbara que ocupe un lugar importante dando charlas y últimamente pudo hablar de estos temas en el programa «Incorrectas», donde oficia como panelista.

Conocé su historia en esta entrevista con CLG.

—¿Por qué deciste contar estas historias?

—Primero porque veía que no había información en sí en mi ciudad y en el país. Decidí hacerlo para contar mi historia, mis historias tienen que ver con la infancia trans y el otro sobre el VIH en la infancia. Me pareció interesante hacerlo en actividades de educación sexual, cuando la ESI (Educación Sexual Integral) no existía. Empecé de a poco, me llevaron a una feria del libro para que haga una lectura. Después me llamaban de colegios porque les interesaba la actividad que estaba haciendo y aprovechaba para visibilizar lo que sucede. La gente cree que sos trans cuando ya sos grande, como una decisión personal, pero en realidad es una opción de vida, no es un mero cambio estético.

—¿Cuándo fue el momento en que decidiste ser trans?

—Fue de a poco. Yo disfruté mucho de mi adolescencia de pibe gay, venía a Rosario a salir porque en San Nicolás mucho no nos podíamos divertir. Es ahí donde conocés chicas transformistas, eran pibes gays que llevaban una mochilita al boliche y salían del baño cambiadísimas y producidas. De a poco empecé a ser conocida de algunas y eso se convirtió en un ritual de fin de semana, era una liberación. Hasta que un día dije basta y aquí estoy.

—¿Tenés lindos recuerdos de esa etapa?

—Todos los recuerdos que tengo de mi vida son buenos, lo que sí era tremendo el acoso y el bullying, no sabía sobrellevarlo porque no había herramientas y no entendía lo que me pasaba. Al carecer de herramientas y en el mismo colegio te decían que las personas gays eran enfermas, los homosexuales tenían tal desviación y las transexuales tenían alguna patología; te hacían pensar que tenías que ir al médico a tratarte. Por eso realicé estos libros, para que cambien ese pensamiento.

—Qué bueno que pudiste volcar esas experiencias en los libros y sea directo para las infancias.

—Es que el problema lo tenés que atacar de raíz, no le podés enseñar a un tipo de 60 que deje de maltratar a su mujer, el tipo te va a decir que sí y vuelve a la casa y le pega. Vos le tenés que decir a los chicos que la mujer no es una cocinita y sólo se dedica a criar nenes y el hombre no tiene que ir a trabajar para mantener a esos nenes. El feminismo ayuda a todos, no solamente a la mujer, ayuda al hombre a que no sea un cornudo, que esté trabajando todo el día para poder mantener al hijo que no quiso tener y a la mujer que tampoco quiso, pero que el mandato social te lo impone.

—Volviendo a los dos libros, ¿cuál te gusta más?

—Para mí es «Atigrado» porque es super personal, el segundo está inspirado en mis amigos que fallecieron de VIH. Ese también es otro tema porque no hay consultorios médicos inclusivos, ni una atención adecuada y fallece gente como en 1980 y estamos en 2020, no se explica. Noto avances en lugares como Buenos Aires en donde las organizaciones trans o Lgtbiq tienen espacios en hospitales donde se reparten preservativos o se hacen controles, eso es importantísimo. Recuerdo en San Nicolás que he ido buscar preservativos y me habían dado un puñado de cuatro preservativos. Yo trabajaba en la calle y le decía a la persona de salud que me los dio, que si no me daba más y me llegaba a infectar, podía provocar una serie de personas contagiadas. No se daba cuenta que expondría a mucha gente y con mala gana me dio una caja. Uno tiene que saber que cuando sos trabajadora sexual te tienen que dar una caja. Las trabajadoras sexuales trabajan de noche y tiene que haber lugares disponibles en donde dispongan de los mismos, que haya una sala, un espacio, un control y no hay nada.

—¿Sufriste algún tipo de violencia en el momento que fuiste trabajadora sexual?

—No tanto, yo por suerte estoy viva, pero hay casos que no han trascendido como el de Marcela Chocobar, que le cortaron el cráneo. Lamentablemente el único «Chocobar» que se conoce es el policía que mató por la espalda, tampoco de otra trabajadora que se llamaba Cynthia Moreira, que no se sabe nada de ella; Azul Montoro que fue asesinada junto a su perro; y ahora estamos con el caso de Celeste Sequerira que intentaron asesinarla hace unos meses y estuvo en coma y sobrevivió. Vamos a pedir que la Justicia le de 50 años al agresor.

—Está bueno que te comprometas en estas causas ahora que tenés mayor exposición en los medios.

—Por supuesto, si no peleamos juntas nos matan por separado. Ya no es como antes, en otro tiempo éramos enemigas entre nosotras. Vos te parabas en una esquina o si no la pagabas, te decían que esa era su esquina y te golpeaban o te acuchillaban. Ahora somos compañeras, que todas estamos saliendo de la misma, que la prostitución tiene que ser una opción y no una obligación.

—¿Tenés ganas de hacer algo en tu ciudad?

—Subí un video y es la típica de siempre, te viene a chamuyar algún chico y ante la primera impresión que le decís que sos trans se quedan con la sorpresa. Tienen un preconcepto, piensan que la trans tenga todo al aire, con el pelo platinado y súper maquillada. Algunos reaccionan bien y otros mal, un grupo se me rió mal en la cara, entonces decidí mostrarlo en las redes. Uno de los primeros que me hizo bullying es Manuel Passaglia, el actual intendente de San Nicolás. El con su grupo de amigos me hacía la vida muy complicada, desde los cumpleaños de 15, me veían en la calle, era verlos y era temblar. Ahora tengo otra actitud porque la calle te genera eso, si un tipo se me ríe no me voy a poner mal, me planto.

—¿Cuáles son tus proyectos en este momento?

—Estoy dando charlas de educación sexual integral, sigo presentando mis libros, estoy viajando dentro de poco a Resistencia, Chaco, para acompañar a un grupo grande de personas con una niña trans que es la primera que tuvo su DNI, y después trabajando en «Incorrectas» como panelista metiendo mis bocadillos con bajada de línea; y también cerrando con una editorial para el tercer libro.