El embarazo es un momento crítico para el desarrollo del feto y su salud. Y muchas de las enfermedades y patologías que el niño puede tener en el futuro tienen que ver con la alimentación de la madre durante la gestación.
La formación del cerebro del futuro bebé durante el desarrollo genera un alto costo metabólico. A partir del primer mes de gestación, proliferan las neuronas frenéticamente y se van ubicando en lo que será el futuro cerebro, siguiendo un programa perfectamente trazado.
El desarrollo del cerebro del feto representa un 60 o 70 por ciento de la energía total que la madre efectúa en la nueva persona. Al final del embarazo, el costo energético total para formar un nuevo cerebro es de unas 50.000 kilocalorías, que son más de la mitad del gasto total del coste energético del embarazo.
Por consiguiente, incluso antes del nacimiento, el cerebro del futuro bebé es ya muy dependiente de lo que la madre coma y haga en esta etapa. Uno de los órganos aliados del desarrollo del cerebro fetal es el intestino de la madre.
Aunque todavía es motivo de estudio, se cree que las infecciones intestinales durante los primeros seis meses de embarazo en las madres aumentan el riesgo de disfunciones del cerebro en el futuro bebé.
De confirmarse, se podrían considerar estrategias para reducir el riesgo de infecciones durante el embarazo a través del control de las bacterias del intestino, simplemente con dietas controladas, prebióticos y probióticos.
Otros estudios descubrieron que el desarrollo de diabetes (tipo I o tipo II) es un factor de riesgo de autismo. En el informe, los investigadores tomaron datos de cerca de medio millón de niños a los que hicieron un seguimiento durante los primeros 7 años de vida. Se anotó los que desarrollaban autismo y se encontró que procedían de madres que habían padecido diabetes tipo I o tipo II durante el embarazo.
Los resultados demostraron que durante el embarazo de madres con diabetes aumentaba en un 62% el riesgo de que la descendencia presentara autismo. Sin embargo, aún se desconocen las causas por las que la diabetes podría aumentar este riesgo.
Aunque hay diabetes inevitables, como la tipo I, la diabetes tipo II aumenta su incidencia con la mala alimentación y la comida basura. Esta puede aliviar sus síntomas con el ejercicio físico regular (por ejemplo, caminar a buen paso durante 30 minutos diariamente) y con una dieta saludable (como la dieta mediterránea).
Comer frutos secos en los tres primeros meses de embarazo
Un estudio reciente ha demostrado que comer frutos secos (nueces, almendras, avellanas, cacahuetes y piñones) durante los 3 primeros meses del embarazo mejora la atención, memoria y aprendizaje en los niños.
La cesárea no es lo ideal para el recién nacido
Los bebés que nacen por cesárea tienen diferente flora intestinal que los bebés que nacen de parto natural. En los nacidos por cesárea los niveles de bacterias saludables suele ser inferior, mientras que el de bacterias potencialmente problemáticas aumenta. Este hecho aumenta el riesgo de algunas enfermedades posteriores. La colonización adecuada de microorganismos durante los primeros meses de vida es crucial para la salud posterior.
En una investigación se demostró que los nacidos por cesárea presentaban menor proporción de bacterias “buenas” que son importantes para la digestión de la leche. También presentaban mayores niveles de bacterias “malas”.
Estas diferencias se correlacionan con un aumento de los problemas inmunológicos posteriores que afectaban a las vías respiratorias. Los nacidos por cesárea presentaban mayor incidencia de asma y alergias. También aumentaba el riesgo de que fueran obesos.