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San Ignacio

Argentina exportó dulce de leche a Japón por primera vez


San Ignacio, el principal exportador de dulce de leche del país, confirmó que envió el primer cargamento de ese producto desde Santa Fe a Japón, uno de los mercados más exigentes del mundo. 

«Desde hace dos años que estamos detrás de este proyecto», afirmó Alejandro Bertin, gerente general y director de Establecimientos San Ignacio y agregó: «Japón es un mercado muy duro en cuanto a reglamentaciones y rotulados que otros no exigen». 

En la actualidad, las exportaciones argentinas de dulce de leche representan el 4% de la producción anual del país y de ese volumen, esta empresa representa el 40%. 

Los mercados ya conquistados por la marca son Chile (27%), Brasil (26%), Estados Unidos (11%), Paraguay (11%) y Bolivia (7%). 

Además, San Ignacio es la única empresa habilitada para exportar a la Unión Europea, donde los principales mercados son España (8%), Reino Unido (4%) y Alemania (2%). 

«Si bien el primer cargamento no es muy grande, sabemos que es el principio de algo que soñamos y esperamos que sí lo sea a lo largo del tiempo», dijo Bertin. 

En esta oportunidad se exportaron 3 pallets que contenían 105 cajas de 12 frascos de vidrio cada una: un total de 3.780 frascos, con 1701 kilos netos. 

Juan Patricio Anderson, gerente de Comercio Exterior de la firma, expresó que las expectativas que tiene la empresa para este primer embarque es que en los primeros 90 días de una vez de haber arribado al mercado japonés, el cliente genere una nueva orden de compra para reponer la venta del producto. 

Las principales ciudades en las que se podrá comprar el dulce de leche San Ignacio son Tokio, Yokohama, Osaka y Kobe; se podrá conseguir en supermercados y retailers que comercializan productos importados. 

«En nuestra sociedad, el dulce de leche tiene un arraigo tan profundo como el tango. Creo que es un sueño posible que el dulce de leche argentino pueda tener el mismo éxito y la profundidad cultural que ya tiene el tango en Japón», analizó Bertin sobre el potencial del producto. 

«Allá el tango llegó como arte y, en el caso de nuestro producto, llegaría como arte culinario y así poder mostrarle al mundo la conexión tan profunda que los argentinos tenemos con nuestro dulce de leche», agregó. 

En cuanto a los requerimientos, la principal diferencia con otros mercados fue la rigurosidad y el detalle de la información impresa en el rótulo, con -por ejemplo- las tablas nutricionales completas. 

«La segunda diferencia fue que, independientemente de nuestras certificaciones y especificaciones técnicas, el producto tuvo que ser previamente analizado en Japón», agregó Anderson y explicó: «Para ingresar al mercado japonés, ellos tienen que corroborar que todos los valores fisicoquímicos y microbiológicos que nosotros declarábamos eran efectivamente los que contenían».