Ciudad

Amontonamiento, falta de controles y pocos barbijos: postales de los parques rosarinos este domingo


Mientras algunos enfermos no encuentran camas, en los espacios verdes de la ciudad se pudo observar que no se respeta el mínimo distanciamiento social, muchas personas circulan sin tapabocas y los agentes de control brillan por su ausencia

“Los fallecidos tenían 30, 40 y 50 años. No presentaban comorbilidades”. Los partes diarios de muertes por coronavirus en Rosario exponen que el virus también se puede llevar la vida de personas jóvenes y sanas. La pandemia avanza en el país y la ciudad atraviesa el peor momento desde que todo comenzó. Las causas del aumento de contagios se repitieron hasta el cansancio: irresponsabilidad social, medidas escasas y, fundamentalmente, una inadmisible falta de control por parte del Estado. Y este domingo Rosario fue un ejemplo de esto: mientras algunos enfermos no encuentran camas, en los parques rosarinos se pudo observar que no se respeta el mínimo distanciamiento social, muchas personas circulan sin barbijo y los agentes de control brillan por su ausencia. Un verdadero desastre.

 

Está en manos de los gobiernos provinciales y municipales aplicar medidas a tiempo para evitar un desastre sanitario aún peor. De no modificarse esta situación, el final ya es conocido: duplicación de casos, más muertes y más dolor. En algún momento de este proceso pandémico, se pensó que la sociedad iba a aprender la lección o que el Estado podría (por fin) brindar alguna respuesta eficiente y con sentido común. Lamentablemente, nada de eso pasó ni va a pasar. Es que el relajamiento de la población es tal que ya no se respetan las medidas básicas para prevenir los contagios, sumado a que el acompañamiento de las autoridades locales inexistente.

La pandemia no solo que no pasó, sino que está más latente que nunca. El país y la ciudad están en el momento más crítico desde que llegó el virus. Lejos de aminorarse, las medidas para evitar una crisis sanitaria deberán aumentar. Porque, a fin de cuentas, lo que está en juego no es poder reunirse o no con amigos en un espacio verde, sino la vida de cientos de rosarinos.