La epidemia de ébola que sufre el noreste de la República Democrática del Congo se expande sin control. Con unos veinte casos por día, la cifra de personas contagiadas ya llegó a 1.760 mientras que se registraron 1.161 muertos.
Según informó el Ministerio de Sanidad congolés, solo el pasado miércoles hubo 21 nuevos casos confirmados y 14 fallecidos, siete de ellos comunitarios.
Los especialistas consideraron que la epidemia no tardará en llegar a un país vecino, y todo hace pensar en Uganda, con quien las regiones congolesas de Kivu del Norte e Ituri comparten frontera y un trasiego importante de población.
La Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, mediante su director de Sanidad, Emanuele Capobianco, pidió en Europa Press una mayor inversión en la zona. “La comunidad internacional no puede permitir que el ébola arraigue en Kivu Norte e Ituri ni se puede permitir que se expanda a zonas urbanas donde sería mucho más difícil de controlar, ni que se extienda a través de las fronteras”, manifestó.
Aproximadamente unos 1.500 voluntarios de Cruz Roja se encargan de realizar entierros seguros, uno de los ejes de la lucha contra la enfermedad. La mitad de las muertes que se produjeron en las últimas semanas afectaron a personas que no están ingresadas en centros de tratamiento, lo que implica un alto riesgo de contagio para cuidadores y para quienes manipulan el cadáver en los ritos funerarios.
Los ataques a personal sanitario y estructuras médicas provocó que Médicos sin Fronteras suspendiera temporalmente sus actividades en el epicentro del brote.
Las muertes comunitarias elevaron a un 66% la tasa de letalidad de este brote, lo que la ubica a la peor epidemia de la historia, superando a la de 2014-2016 en África occidental donde la tasa de letalidad se situó en un 40%.
“Ahora no es el momento de bajar la guardia. Colectivamente tenemos las herramientas para contener, controlar y poner fin a este brote”, comentó Capobianco.
La OMS aseguró que la campaña de vacunación ya llegó a 117.285 personas. La Organización indicó que si bien la rápida respuesta inicial logró frenar el brote en ciertas localidades, fracasó en otras como Butembo y Katwa.
Mike Ryan, jefe de emergencias de la OMS, señaló que el “juego político” facilitó la extensión de falsos rumores y que, en muchas ocasiones, “no son las familias las que rechazan, sino otros elementos de la comunidad, que se han organizado para responder ante los extranjeros, ya sea el Gobierno o las ONG”, informó Reuters.
El pasado lunes se produjo el último ataque contra un centro de tratamiento, en Katwa, aunque no se registraron daños materiales. El portavoz de la OMS reiteró que es necesaria una implicación de toda la sociedad.