Por Lic. Alejandra Perinetti (*)
El abuso sexual contra niños y niñas es una de las peores formas de violencia que se pueden padecer. Concebido como toda conducta en la que un adulto utiliza para su satisfacción sexual y goce personal a un niño, niña o adolescente, se dé o no contacto físico, la víctima siempre se encuentra en una situación de sometimiento: sea por temor, admiración o afecto.
Es un problema universal que está presente en todas las culturas y sociedades, en todas las clases y grupos sociales; y provoca severas consecuencias en el desarrollo de quienes lo padecen. Esto impide su desarrollo pleno, porque implica un impacto devastador a su integridad física, psíquica y moral que deja una marca de por vida.
Es frecuente que las víctimas callen: por temor, vergüenza, culpa, impotencia, desvalimiento o porque no tienen un interlocutor que dé credibilidad a sus palabras. Además, suelen experimentar un trauma distintivo de este tipo de abusos: se sienten culpables, cómplices, sienten la humillación y el temor a ser estigmatizados. Esto agrava aún más la situación, porque sin la detección los niños no reciben tratamiento, ni protección, ni justicia. Por eso, es vital escuchar su voz y darle credibilidad al relato, denunciar y derivar cada caso a los profesionales expertos del tema.
En la Argentina, la violencia y el abuso sexual contra niños y niñas se ubican entre las principales causas por las que deben ser separados de sus familias. Si bien el entorno familiar es por naturaleza el mejor espacio de resguardo contra todo tipo de violencia, algunas veces puede ser un lugar donde se vulneran sus derechos. En este sentido, las escasas estadísticas resultan elocuentes: en nuestro país, 3 de cada 4 casos denunciados son cometidos por familiares directos o bien por personas de confianza del grupo familiar, por lo que suelen reiterarse en el tiempo, durante meses e incluso años, antes de ser descubiertos. Asimismo, la mitad de las víctimas tiene entre 6 y 12 años, y los abusos sucedieron en sus casas.
Más allá de estas escalofriantes cifras, es importante saber que la mayoría de las situaciones contra los niños se pueden prevenir o intervenir para evitar que se vuelvan crónicas. El apoyo y acompañamiento para su reparación es fundamental, así como actuar a tiempo y realizar la denuncia como parte vital del proceso de protección. Este es un delito cuya sanción está prevista en el Código Penal y en diferentes instrumentos legales, tanto nacionales como internacionales. El 90% de las denuncias que permitieron resolver la situación fueron hechas por un familiar o conocido de la víctima, por esto es imprescindible involucrarse, poner al niño en el centro, mirar qué sucede al interior de las familias y por sobre todas las cosas dar lugar y credibilidad a la voz de los niños.
Sin embargo, un alto porcentaje de hechos no se denuncian por una multiplicidad de causas, por ejemplo: desconocimiento de cómo detectar el abuso y de cómo denunciarlo, por temor a las consecuencias en el entorno familiar, y en algunos casos por la negación de los adultos en base a sus propias historias de vida. A su vez, gran parte de las denuncias no siguen su curso también por múltiples factores. Todo esto hace que en muchos casos no haya pronunciamiento, lo que expone a muchos niños y niñas que no encuentran la contención y el acompañamiento que necesitan para transitar y reparar el sufrimiento. Por eso, es urgente modificar el Art. 72 del Código Penal Argentino.
El derecho a vivir en familia y libre de violencia es fundamental para el desarrollo de cada niño. Por eso, desde Aldeas Infantiles SOS Argentina condenamos enérgicamente todo tipo de abuso y explotación de niños y adolescentes, en cualquier ámbito y situación. Eliminar la violencia contra ellos en todas sus formas es el compromiso que asumimos como organización. En este sentido, trabajamos día a día para desarrollar acciones que permitan prevenir y erradicar, bregando para que cada niño y niña crezca seguro y protegido, rodeado de afecto y en pleno ejercicio de sus derechos.
El momento de actuar es ahora, transformemos esta realidad para que cada niño de ellos pueda crecer seguro y protegido.
(*) Directora Nacional de Aldeas Infantiles SOS Argentina.