Un 5 de mayo de 1821 fallecía el emperador galo tras ser desterrado por los británicos a la isla de Santa Elena, en el Océano Atlántico
El emperador francés Napoleón Bonaparte, considerado uno de los estrategas militares más brillantes de la historia, aunque para algunos historiadores fue un «esclavista» que quería ampliar el imperio colonial de su país, murió hace 200 años, el 5 de mayo de 1821, tras ser desterrado por los británicos a la isla de Santa Elena, en el Océano Atlántico.
Nacido el 15 de agosto de 1769 en Ajaccio, Córcega, Napoleón ejerció el poder durante 16 años a partir de 1799, hasta que fue derrotado por las fuerzas británicas en la batalla de Waterloo, Bélgica, el 18 de junio de 1815.
El general francés revolucionó la organización y el adiestramiento militar de aquellos años, poniendo en marcha, además, una serie de reformas que influyeron decisivamente en las instituciones francesas y europeas.
Según el historiador ruso Albert Manfred, autor del libro «Napoleón Bonaparte», el estratega y hombre de Estado francés reconoció antes de morir que la guerra contra Rusia había sido «uno de los más graves errores, un error fatal, con consecuencias trágicas».
«Pero, a pesar de las divergencias de opiniones, todos están de acuerdo en reconocer la carrera excepcional de este hombre brillante, que ha dejado para siempre su huella en la memoria de las generaciones», opinó Manfred.
Napoleón, que ya había conquistado la mayor parte de Europa, invadió Rusia el 14 de septiembre de 1812 con un ejército de 600.000 hombres, triunfando en la batalla de Borodino.
Pero el invierno resultó fatal para sus tropas que murieron de desnutrición y varias enfermedades.
Napoleón había sido promovido a general de brigada en 1793 y a general republicano durante la Revolución Francesa. Más tarde intentó conquistar a Egipto. Pero los franceses fueron derrotados por los británicos liderados por Horatio Nelson en la batalla del Nilo.
Con el golpe de Estado del 18 Brumario (7 de noviembre de 1799, según el calendario gregoriano), que instaló una dictadura militar, se convirtió en Primer Cónsul, tras lo cual introdujo numerosas reformas, entre ellas el Código Napoleón, que fue la base de muchos códigos civiles y constituciones. También reestructuró el sistema de educación francés.
Napoleón venció a los austriacos en la batalla de Marengo (1800), inició las Guerras Napoleónicas y se proclamó emperador en 1804, poniendo fin a la Primera República Francesa.
El 2 de diciembre de 1805 obtuvo su mayor victoria militar en Austerliz, derrotando a Austria y Rusia, entre otras memorables batallas.
Años después de aquel resonante triunfo, una coalición de fuerzas aliadas lo derrotó en la batalla de Leipzig (1813), por lo que fue obligado a abdicar y a exiliarse en la isla de Elba.
Pero en 1815 regresó a Francia y armó un ejército, formado esencialmente por campesinos que veían en él a un defensor contra la amenaza feudal, hasta que finalmente fue derrotado en Waterloo y confinado por los británicos a Santa Elena.
La Fundación para la Memoria de la Esclavitud, dirigida por el ex premier Jean-Marc Ayrault (2012-2014), señaló recientemente que Napoleón dejó que «fuera instaurado un régimen colonial, por demás segregacionista, en relación con el vigente en los tiempos de la monarquía absoluta», informó la agencia italiana ANSA.
«Napoleón actuó como lo hizo por todo el resto, sin afecto, sin moral», afirmó Ayrault, basándose en una investigación histórica realizada con motivo de cumplirse el bicentenario de la muerte del militar francés.
En un documento titulado «Napoleón, el restablecimiento de la la esclavitud», redactado por cuatro historiadores (Marcel Dorigny, Bernard Gainot, Malick Ghachem y Frederic Regent), dicha fundación aseguró que el emperador francés quería «ampliar el imperio colonial».
«Es su sueño americano. Para él, la vuelta a la esclavitud es solo un medio al servicio de este sueño colonial», afirmó.