Por Emilia Ottogalli
Todo por Amor es una fundación que contiene a los adultos mayores y personas con discapacidad que se encuentran en situación de calle o abandono. Su trabajo se basa en brindar un lugar, proporcionar alimentos y dar apoyo a los «desamparados». Así los define Ana Moreira, directora de Todo por Amor. Hace muchos años, la palabra «amor» la llevó a comenzar esto, que es cada vez más grande.
«Nosotros hace 18 años que existimos. Empezamos como centro de jubilados y en la crisis del 2000 cambiamos la forma de trabajo y nos dedicamos a la gente que estaba en la calle, que no podía pagar el alquiler o que no podía seguir en la pensión porque se quedó sin trabajo. Todo ese tipo de cosas nos hicieron lo que hoy somos», relató en diálogo con CLG.
El cambio, según explicó, se dio porque era muy duro «que se tengan que ir». Acompañarlos sólo durante un período de tiempo empezó a tener gusto a poco. Y la incertidumbre de qué les pasaba cuando se retiraban fue muy fuerte como para soportarla. «Hoy tenemos tres hogares para personas mayores y discapacitados. Y nos donaron una casa que tenemos que arreglarla para dejar de pagar alquiler», contó.
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Hace más de 18 años que trabaja ayudando a quienes la necesitan y su vocación se siente en cada palabra que pronuncia cada vez que detalla lo que hacen en Todo por Amor. «Es gente que almuerza, merienda y cena acá. El que puede sale a trabajar y, el que no, se queda y hacemos microemprendimientos. Vendemos lo que no usamos de ropa», profundizó.
La crisis golpea día a día las puertas de los hogares. Ana contó que hubo «un incremento de gente» en el último tiempo. «A mí me hace acordar al 2000. Hay mucha gente joven que me pide quedarse porque no tiene trabajo. Acá vienen chicos a contarme que necesitan un lugar para poder buscar dónde trabajar, necesitan una dirección. Desgraciadamente me hace acordar mucho a esa época donde la gente se quedaba en la calle«, relató.
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La fundación crece y se mantiene viva gracias a los voluntarios de todo tipo, incluso a los que hacen donaciones. «La gente colabora con un bono contribución. Hay un señor que nos dona todos los meses los artículos de limpieza. También una panadería, que nos da pan todos los días desde hace 15 años», manifestó orgullosa.
Aseveró también que «se acercan muchos» voluntarios para trabajar. Hizo hincapié, además, en la importancia de que cada uno encuentre su lugar dentro del hogar: «Nosotros les preguntamos a los voluntarios qué es lo que les gusta y, a raíz de eso, vemos en qué nos pueden ayudar. Cada uno aporta lo que puede. Yo les digo que tienen que hacer lo que les guste, porque sino no sirve».
«Hemos sobrevivido todos estos años gracias a Rosario. Es una ciudad bondadosa. Todo lo que tenemos es donado. La gente llama y pregunta qué necesitamos. En nuestros balances, que es obligación tenerlos, no tenemos la compra de un plato. Tenemos lavarropas, freezer, mesas, sillas, camas y no compramos nada. La gente ayuda«, destacó para finalizar, dejando notar el agradecimiento desmedido que siente por quienes se comprometen y ayudan día a día a que Todo por Amor siga creciendo.