Miguel Sánchez (NA)
De ser un grupo musical para animar fiestas, el conjunto chileno Los Jaivas se transformó en un insigne representante del rock, la psicodelia y la música de América latina, en una carrera de 55 años que celebraron con un concierto gratuito en Santiago.
Unas 15.000 personas desbordaron esta semana el Movistar Arena de Santiago para disfrutar de casi tres horas de las reconocidas canciones de Los Jaivas, las que despertaron emociones profundas entre los espectadores, entre ellos abuelos, padres y muchos niños demostrando que su música ha trascendido generaciones.
«Siempre los escuché de chica (niña), porque creo que hay un legado, una tradición que se transmitió de padre a hijo», dijo a la AFP Ivonne, Romero de 29 años, una fan asistente al concierto.
En medio de gritos y aplausos los asistentes disfrutaron de obras reconocidas como Todos Juntos, Mira Niñita o Sube a Nacer Conmigo Hermano, éste último grabado en las ruinas de Machu Picchu en 1980 en su disco más famoso en el que musicalizaron el poema Alturas de Machu Picchu del poeta chileno Pablo Neruda.
Todas estas canciones llevaron a Los Jaivas a una prolífica carrera que pasearon mayormente por América y Europa durante 55 años, siendo uno de los pioneros de la fusión entre el rock y la música popular latinoamericana.
«Estos 55 años son toda una vida que cuando empezamos no la soñamos ni la imaginamos», dijo a la AFP Claudio Parra, célebre pianista de Los Jaivas.
En 2013, cuando cumplieron 50 años, realizaron un concierto en el que reunieron a más de 60.000 personas en el centro de Santiago.
Inquebrantable unión
El grupo comenzó en agosto de 1963 en el balneario de Viña del Mar bajo el nombre «The High & Bass», cuando los hermanos Eduardo, Claudio y Gabriel Parra decidieron iniciar una carrera musical junto a sus amigos de toda la vida: Mario Mutis y Eduardo Gato Alquinta.
«Esto se dio armónicamente, nadie se lo planteó ni nadie dijo vamos a durar 55 años tocando; es absurdo plantearse eso, era un juego más de niños y lo logramos desarrollar y lo llevamos más allá del juego», explicó Mutis.
Para esta ocasión, Eduardo Parra, segundo tecladista hasta 2009 cuando dejó Los Jaivas debido a una poliomelitis, retornó al escenario como el invitado estrella de la noche.
«Hay algo que nos mantiene hasta ahora, hay una inquebrantable unión, una hermandad inquebrantable que se dio siempre», afirmó.
El grupo se inició tocando boleros en fiestas en Viña del Mar, pero a finales de la década de los sesenta su estilo musical tomó curso hacia la improvisación y la psicodelia, para finalmente convertirse en una de las bandas pioneras del rock-fusión de ritmos latinoamericanos, como la cueca chilena, el malambo, chacarera, huayno peruano o joropo.
Tras el golpe militar de Augusto Pinochet en 1973, Los Jaivas deciden trasladarse a Argentina donde viven durante cuatro años y luego viajaron a Francia donde se instalaron con sus familias en una antigua casona en París. En la década de los noventa retornaron a Chile.
Duros golpes
Este año también recuerdan los 30 años de la muerte de Gabriel Parra, el histórico baterista de la banda, quien falleció en un accidente automovilístico en Perú en 1988. Gabriel es considerado el más influyente baterista de Chile y el 25 de julio -día de su nacimiento- se celebra el día del baterista chileno.
La pérdida de Gabriel fue un duro golpe para sus compañeros, quienes apelaron a su hija, Juanita Parra, para ocupar el puesto que desempeña desde hace casi 20 años.
«Esta era la manera más bonita de tenerlo presente. De ayudar a que no olvidemos lo tremendo baterista que fue y que las nuevas generaciones no lo olviden», sostuvo Juanita.
Pero la tragedia siguió a Los Jaivas cuando en 2003 murió el emblemático cantante y guitarrista de la banda, Eduardo Gato Alquinta, víctima de un ataque cardiaco. Años después falleció Eloy, uno de los hijos de Eduardo, quien tocaba el saxofón en la banda.
«Hemos salido adelante gracias al apoyo de la gente y de las nuevas generaciones que se han sumado a nuestro público», aseveró Mutis.