Diego Añaños - CLG
Por Diego Añaños – CLG
A nadie escapa que buena parte de los poderes fácticos, algunas grandes empresas y los medios de comunicación nacionales han trabajado incansablemente para esmerilar a cualquier gobierno argentino con olor a progresismo. Por supuesto no han trabajado solos. El gobierno norteamericano ha financiado, y aún financia, a través de diversas agencias, fundaciones e intelectuales a sueldo la resistencia conservadora. Es un hecho que se ha replicado a lo largo del planeta, pero que registra una singular persistencia en toda Latinoamérica. Esto ha sido así por lo menos desde el golpe que derrocó a Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954, que se ha constituido en el primer, y triste, antecedente de una operación política exitosa de la CIA. Pueden encontrar una excelente crónica de los hechos brevemente descriptos más arriba en el brillante libro titulado “Legado de cenizas”, de Tim Weiner. Una historia documental de la Agencia desde sus orígenes en las OSS (los protagonistas de película “Inglorious basterds”, de Quentin Tarantino) hasta nuestros días. Basado en documentos desclasificados y entrevistas a informantes clave.
Sin embargo, la verdad de los hechos, no debería ocultar que en los últimos tiempos, no sólo la Embassy conspiró en las sombras: los gobiernos nacionales y populares fueron perdiendo el pulso, no ya de las necesidades de las grandes mayorías, sino de las preocupaciones que se traducían en demandas. Seguramente algunas pueden considerarse más justas que otras, pero cuando la voz de las masas se alza, siempre es bueno parar la oreja. La suposición de que los reclamos populares estaban preñados de una profunda colonización de las subjetividades, llevó a las sucesivas gestiones a soslayar sus expresiones públicas. “Siempre es lo mismo”, pensaban. “Se quejan pero no pasa nada, cuando tienen que votar, van a pensar en el bolsillo”, suponían. De este modo, se evitó sistemáticamente hablar de inseguridad, de corrupción, de inflación, etc. Así pasaron los años. Cuando apareció una expresión política que espumó sobre la superficie del caldo social, y le dio un canal de expresión electoral, el final fue inmediato.
Hoy las masas acompañan al presidente, porque ha respondido reverentemente a cada uno de sus reclamos. Milei se apalanca en ese apoyo para desafiar permanentemente, no a la casta, sino a cualquier que se atreva discutir una sola coma de sus decisiones (casi digo su programa de gobierno, pero eso claramente no existe). Desde adentro del propio gobierno le sugieren que modere el discurso, que explore vías de comunicación alternativas. Los rechaza, porque no está acostumbrado a trabajar en equipo y está convencido de que no los necesita. Desde la oposición más amigable le ofrecen diariamente oportunidades para encarrilar la discusión y sumarse a la causa de la Libertad. Los rechaza, porque los desprecia profundamente. Desde la oposición más combativa le exigen que respete las reglas institucionales mínimas que permitan un debate civilizado. Los rechaza, porque los odia.
Hasta aquí el debate interno, la pelea de vecinos. Sin embargo, desde los organismos internacionales comienzan a escucharse voces de alarma. Recientemente, el FMI, tanto a través de su directora gerente, la búlgara Kristalina Georgieva, como desde la número dos, la india Gita Gopinath, ha expresado la necesidad de darle sustentabilidad política al programa de ajuste salvaje que lleva adelante Milei. En el mismo sentido acaba de expresarse el Banco Mundial, sugiriendo al gobierno que no pierda de vista la situación de los más vulnerables. Más allá del acompañamiento de ambas instituciones a las reformas impulsadas por LLA, la realidad marca que la posibilidad de una escalada de la conflictividad social está a la vuelta de la esquina. Y todos saben perfectamente que, si esto ocurriera, Patricia Bullrich se vería totalmente desbordada. Digamos, no va a alcanzar son subir la gente a la vereda. Si es que lo puede hacer, además.
Hay una vieja anécdota que ya hemos referido pero, como dice Mirtha, el público se renueva, así que ahí va. La acción ocurre una mañana, en una mansión de California junto al mar. Charlie Sheen y Slash llevan varios días de fiesta, y ya el cuerpo les está pasando factura. En un momento el actor se sienta en el sillón y enfila hacia una mesa llena de cocaína, cuando el guitarrista de Guns N´ Roses le dice: “Charlie, me parece que tenés que parar un poco”. El protagonista de Two and a half men, se sintió muy impresionado por el consejo. Según recuerda, pensó: “Si Slash te dice que tenés que parar es porque estás complicado”. En este caso la reflexión sería: si el FMI y al Banco Mundial te están diciendo que aflojes un poco con el ajuste, es porque se te está yendo la mano.
Algunos le atribuyen a Napoleón Bonaparte la frase que dice: “Si el enemigo se equivoca, no lo distraigas”. En realidad el autor original es el militar y estratega chino Sun Tzu, nacido casi 120 años antes que Platón, quien afirmó: “Nunca interrumpas a tu enemigo cuando está cometiendo un error”. Daría la impresión de que el gobierno está perdiendo muy lentamente la capacidad de leer la realidad, algo que lo diferenció siempre de sus adversarios. El tablero de control de Javier Milei comienza a poblarse de luces amarillas (apreciación cambiaria, conflictos políticos internos y con la oposición, conflictos sociales latentes, empeoramiento de las proyecciones para el comercio exterior, etc). En este punto sugiero hacer silencio, y dejarlo ser. No lo interrumpamos.