Opinión

Opinión: «Hijos de inmigrantes hoy padres de emigrantes: triste realidad»


Por Carlos Duclos

Por Carlos Duclos

Muchos de nuestros jóvenes más talentosos, buenos, trabajadores, se están yendo del país. No es una novedad, es una realidad triste no solo para los padres y familiares de esos chicos, sino para toda la sociedad pues refleja una realidad lamentable.

¿Por qué emigran? Porque el presente económico y social argentino es deplorable y el futuro incierto; porque sus destinos, sus vidas, aquí no están asegurados; porque no pueden planificar absolutamente nada debido a lo impredecible que es todo; porque no hay trabajo con remuneraciones dignas; porque no hay seguridad en Argentina no solo en materia de índole penal, sino social. Triste es decirlo, pero los jóvenes no pueden sembrar aquí para cosechar una existencia más o menos digna.

Las cosas hay que decirlas como son, o al menos como se supone que son. Por supuesto que esta triste realidad argentina se debe a la acción (u omisión) de una dirigencia política en general que ha sido mezquina, incapaz, (cuando no corrupta, y corrupción no es solo robar) para llevar a esta Nación al justo lugar en el que debería estar. Pero también hay que decir, una vez más, que la responsabilidad no es solo de orden político, porque muchos pertenecemos a una generación que -en ciertos casos- ha tolerado, permitido y hasta aplaudido a veces a los actores de esta obra dramática. Sin contar a los empresarios, gremialistas, dirigentes sociales, que han pensado y piensan en sí mismos y nada más.

Un comerciante rosarino, Emilio Alpe, ha dicho recientemente: “Mi generación, la de la década del ´50, soportó las juntas militares, la Guerra de Malvinas, la más grande y obscena corrupción de dirigentes y políticos de la historia argentina y por si esto fuera poco, la partida de nuestros hijos a otras latitudes por inseguridad y en busca de un futuro esperanzador”. Y añade: “Soy de la generación de gringos, abuelos y padres inmigrantes y hoy me he convertido en progenitor de hijos emigrantes. Triste realidad”.

Argentina se ha convertido en un país en cuyo escenario hay grandes mentirosos, ilusionistas, que siempre son los mismos y que no pocas veces han logrado magistralmente hipnotizar a la audiencia.