La lepra es una enfermedad infectocontagiosa que afecta a la humanidad desde hace milenios. Es importante distinguir la realidad de esta enfermedad antes de la utilización de antibióticos efectivos donde no había cura, recién a fines de 1940 comenzó a emplearse por primera vez con éxito una sulfa: la dapsona. Luego de este hito histórico disponemos cada vez más de numerosos antibióticos de mucho mayor poder bactericida. Esto nos plantea una evidencia: la «lepra moderna», es una enfermedad totalmente curable.
Antes de la aparición de estos tratamientos la situación era muy distinta, si bien actualmente se sabe que la enfermedad es muy poco contagiosa, y que la mayor parte de la población mundial tiene defensas naturales frente a la misma, las personas que contraían la enfermedad veían progresar la misma sin que la medicina pudiera hacer nada para ayudarlas.
Como la lepra además de la piel afecta los nervios periféricos que son los «cables» por los que circula el impulso eléctrico de la sensibilidad que permiten la sensación en la piel y la actividad muscular, los pacientes afectados pueden tener anestesiados los pies, las manos y las lesiones de piel afectadas.
Al progresar la disminución de la sensación dolorosa y térmica, que son fundamentales para la defensa en los seres vivos, hay constantemente traumatismos y quemaduras que afectan al paciente en su vida diaria y que no percibe, por ejemplo: cuando toma mate, cocina, o plancha, que llevan a importantes heridas y posteriormente infecciones, con compromiso de la piel, el tejido celular subcutáneo y el hueso, causando en las formas avanzadas trastornos desfigurantes. Esto es totalmente evitable con el diagnóstico temprano y la instauración del tratamiento adecuado.
Sin embargo, los médicos que atendemos pacientes de lepra, (la mayoría de los pacientes de lepra en nuestro país y en el mundo son tratados por dermatólogos) si observamos con preocupación que muchos pacientes tardan años en ser diagnosticados, a pesar de los avances de la ciencia médica. Es por ello que la Sociedad Argentina de Dermatología, ya hace casi 20 años, realiza la Campaña Nacional de Educación y Prevención de Lepra, en la primera semana de octubre, invitando a consultar a los pacientes que presenten una mancha en la piel adormecida. Con respecto a la docencia en lepra, cabe agregar que la Sociedad Argentina de Leprología, realiza cursos y reuniones científicas destinadas a la formación médica en lepra.
Ojalá fuera todo tan sencillo, pero la realidad es que la lepra puede afectar órganos internos, ojo (puede ser causa de ceguera), riñón, testículo (puede causar esterilidad), articulaciones, comprometer de forma importante la mucosa nasal, hasta perforarla, lo que se presenta inicialmente con obstrucción y sangrado nasal, puede dar artritis, aumento del tamaño de los ganglios y compromiso importante del estado general y cambiar el rostro del paciente ocasionando pérdida de cejas, pestañas y lesiones en la piel de su cara.
En nuestro país la lepra es endémica desde hace siglos. La Argentina tiene una endemia baja de acuerdo a los conceptos de la Organización Mundial de la Salud. El número de nuevos casos de pacientes se mantiene mas o menos igual desde hace mas de una década. Un tercio aproximadamente de estos nuevos casos se diagnostican en los hospitales de la ciudad de Buenos Aires y en los del conurbano bonaerense. Consideramos a este núcleo urbano como área endémica de lepra, junto con Chaco, Formosa, Corrientes, Misiones, Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán, Salta y Jujuy La lepra también es endémica en Brasil, que es el segundo país con mayor número de casos de lepra en el mundo, en Paraguay y en varios países de Sudamérica, Asia y África.
El tratamiento en Argentina es ambulatorio y totalmente gratuito por ley nacional. Consta de antibióticos que se entregan en un blíster, el paciente concurre una vez por mes al hospital o centro de salud donde toma medicamentos y también se le entregan para tomar en su casa durante el mes. De esta forma es tratado durante 6 meses si tiene una lepra llamada paucibacilar (menos bacilos y afectación solo de la piel y el nervio periférico) o durante 12 meses si tiene la forma multibacilar (muchos bacilos), con compromiso además de órganos internos como los mencionados. Cerca de la mitad de los pacientes tiene episodios reaccionales, que son exacerbaciones de su enfermedad de causa inmunológica, para ello es necesario tratarlos con corticoides y con un inmunomudulador llamado talidomida (que debe ser indicado y supervisado estrictamente por el médico ya que produce malformaciones fetales graves si lo toma una mujer embarazada). Un motivo actual de preocupación es que desde hace ya aproximadamente cinco años no contamos con talidomida, debiendo esta ser adquirida por los pacientes.
Se ha realizado una licitación del Ministerio de Salud de la Nación para la compra de la misma, esperamos contar con esta droga muy necesaria en poco tiempo.
Un paciente de lepra puede y debe realizar una vida totalmente normal, sin tener que tomar ninguna precaución con respecto al tema del contagio. Entre todos podemos vencer el prejuicio y la discriminación, frutos del desconocimiento. La lepra es totalmente curable. Es de baja contagiosidad, y en el caso de un paciente tratado con la primera dosis de antibióticos que toma se destruyen el 99% de los bacilos. Por ello no existe riesgo ninguno de contagio.
(*) Médico de Planta de la División Dermatología del Hospital Gral. de Agudos Dr. José María Ramos Mejía. Coordinador de la Campaña de Prevención y Educación para la lepra de la Sociedad Argentina de Dermatología. Presidente de la Sociedad Argentina de Leprología.