Marruecos hizo historia y lanzó una ley sin precedentes contra la violencia machista. Penaliza, entre varias cosas, el acoso sexual callejero. La regulación, de todas maneras, ha sido criticada desde varias organizaciones por no contener mecanismos claros para la aplicación.
Seis meses de cárcel y 10 mil dirhams (900 euros) de multa es la pena más alta prevista por la nueva ley para quienes acosen a una mujer «en los espacios públicos u otros mediante actos, dichos o gestos de carácter sexual, o con fines sexuales». Se incluyen también aquellas circunstancias de acoso «mediante mensajes escritos telefónicos, electrónicos, grabaciones o imágenes de carácter sexual, o con fines sexuales».
En la sociedad marroquí estos hechos fueron hasta hace no mucho tiempo una temática callada. Una de las razones principales era el temor de las víctimas al estigma social o a perder el trabajo. La incomprensión también colaboraba para no realizar las denuncias al ser culpadas de los ataques recibidos por su vestimenta o comportamiento.
En el último tiempo hubo una serie de casos que generaron repercusión y permitieron el debate. Se desencadenaron campañas virtuales de repudio y la actuación de autoridades para encontrar a los culpables.
La activista marroquí Saida Kouzi, miembro fundadora de Mobilizing for Rights Associates (colectivo que ofrece asesoría jurídica a las ONG feministas marroquíes), lamentó que esta ley se quede en un «mero escaparate» por su «lenguaje vago», y recordó que el acoso, callejero o laboral, ha llevado a varias mujeres a dejar la escuela o el trabajo, o casarse con el primer marido que se presenta como medida de protección.
«Hay que tratar el acoso callejero como un atentado contra el orden público. Nuestros informes muestran que más del 33 % de los casos de acoso derivaron hasta la agresión sexual», denunció Kouzi en declaraciones a Efe.