Por Enrique Genovar
Los cambios de entrenadores aunque sea deben traer una reacción. Sin embargo, esta vez no ocurrió. Central fue más de lo mismo y encima Leandro Somoza puso en práctica un sistema de juego poco ensayado. El Canalla volvió a perder, agudizó la crisis futbolística en la que está y casi que se despidió del torneo de manera muy prematura.
Nadie le puede exigir a un técnico que en una semana de trabajo haga milagros. Pero lo cierto es que ni siquiera el novato entrenador pudo hacer pesar su impronta. El Canalla, a pesar de la derrota por diferencia de dos goles, la sacó barata; ya que nadie podía tildar de injusto si el resultado hubiese sido más abultado.
Desde el comienzo sí se vieron diferencias con el ciclo anterior. Una de ellas, la del sistema de juego. El esquema fue llamativo y lo que buscó con él no se vio. Otra de las cuestiones que se vieron diferentes a lo anterior fue que el entrenador buscó siempre pelotazos a los de arriba. Central no elaboró juego desde abajo, con salida clara de sus centrales; sino que Servio fue el encargado de pegarle siempre arriba. Esa receta no solamente que no estuvo bien aplicada, ya que no solamente no logró inquietar, sino que le facilitó las cosas al rival.
Central cayó de manera justa porque fue superado. Solo unos minutos, muy pocos, estuvo en partido. El primer tiempo fue más parejo, pero en el complemento todo se desmoronó a partir de una mano infantil de Báez y la carencia de ideas para ir en busca del empate. Encima, las variantes que introdujo el entrenador no resultaron y hasta empeoraron lo que venía haciendo el Canalla.
Central está en crisis futbolística. Nadie duda de que el cambio de entrenador tenía que llegar, pero la primera imagen que dejó el equipo que hoy dirige Somoza fue pálida, tanto o más que la que dejó el equipo del Kily. El entrenador lleva poco tiempo de trabajo y eso es ineludible, como también lo es el hecho de que debe hacer cambios profundos en lo inmediato porque sino el futuro no será para alentador.