Por Diego Añaños
Aún resuenan los ecos de la presentación del Presupuesto 2022 de Martín Guzmán del día lunes en la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados. Una presentación sin estridencias, como es el estilo sobrio, pero consistente del ministro. La notable ausencia de Javier Milei no hizo más que enmarcar la postal para la foto: tal y como el vuelo impotente de un arquero, enmarca la foto de un gol al ángulo. Los argumentos del excéntrico mediático, flojos de papeles, dejaron en evidencia las evidentes limitaciones de un personaje que, fuera del contexto del show mediático, se desluce irremediablemente ante el desafío de la dinámica legislativa de las grandes ligas.
La oposición, al menos la oposición de Juntos por el Cambio (que representa la oposición verdaderamente relevante), se debatía el lunes entre dar quórum o no dar quórum el día de la discusión en el pleno. Incluso aquellos que propiciaban dar quórum, no se ponían de acuerdo. Un grupo proponía abstenerse en la votación. El otro directamente votar el contra. Sin embargo, los opositores con una mirada más estratégica que va un poco más allá del cortísimo plazo, advertían que, en caso de no aprobarse el proyecto de ley, los márgenes de discrecionalidad que manejará el gobierno en 2022 serán aún mayores. Finalmente, el interbloque de Juntos por el Cambio decidió dar quórum. De este modo, el bloque del PRO conducido por Cristian Ritondo, con 50 legisladores, los 33 radicales que conduce Mario Negri y los 12 que conduce Rodrigo de Loredo, los 4 legisladores del bloque Encuentro Federal, conducidos por Emilio Monzó y los 11 diputados de la Coalición Cívica, habilitarán el inicio de la sesión del jueves. Según las versiones que circulaban inicialmente, tanto el PRO, como las dos UCRs y Encuentro Federal votarían en contra, mientras que la Coalición Cívica se abstendría.
Lo que llama la atención es que la oposición se queje de que el gobierno intenta dar un trámite express a la aprobación del presupuesto cuando hace tres meses que tienen el texto en su poder para analizarlo. Por otro lado, no parece una locura tratar de tener la Ley de Leyes aprobada antes de que finalice el año. Es decir, parece que la oposición quiere ignorar la virtual suspensión de la agenda legislativa por las elecciones de medio término, y claro, para ello cuenta con el acompañamiento de los medios opositores al gobierno nacional que favorecen la confusión.
El gobierno nacional, por su parte, siguió avanzano a marcha forzada y consiguió el miércoles el dictamen favorable de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, gracias al voto del diputado misionero Diego Sartori. Durante el trabajo en la Comisión se introdujeron varias modificaciones al texto original enviado al Congreso a mediados de septiembre, entre las que se destacan el aumento de un 70% de los subsidios al transporte en el interior (que pasarán de $27.000 a $46.000 millones) y los aumentos a los presupuestos de las universidades nacionales. La lista de modificaciones es extensa, ya que se sumaron 56 artículos a los 95 del enviado oportunamente. Carlos Heller, presidente de la comisión, aclaró que todos los cambios se llevarían adelante sin salirse de las pautas planteadas por el Ejecutivo en el proyecto original, es decir, respetando el déficit proyectado de 3,3%, una inversión a cuenta de capital del 2,4% y sin tocar los porcentajes de gasto acordados en Ciencia y Tecnología.
Finalmente, el viernes, y luego de una sesión maratónica, y por momentos bochornosa, fracasó el intento de aprobación del proyecto, dado que el oficialismo no consiguió reunir los votos suficientes. Cuando habían transcurrido 18 horas de interminable debate, llegó un mensaje desde la Casa Rosada. Sergio Massa reunió a todos los jefes de bloque y les transmitió el ofrecimiento del presidente de la Nación de postergar el debate e ir a un cuarto intermedio hasta el día martes. Incluso se puso sobre la mesa la posibilidad de que el ministro Guzmán se acercara a la cámara el lunes para explicar las modificaciones introducidas. También se intentó mocionar una vuelta del proyecto a la Comisión de Presupuesto y Hacienda, pero evidentemente la sesión estaba perdida. Las acusaciones cruzadas entre oficialismo y oposición no se hicieron esperar, pero lo cierto es que Alberto Fernández gobernará durante 2022 con una extensión del presupuesto 2021. A medida que pasen los días, y luego de que baje la espuma, será la hora de los análisis más profundos. Luego, a fin del año que viene, podremos decir si la irresponsable jugada de la oposición de dejar al oficialismo sin presupuesto tuvo sentido o se volvió en su propia contra.