Paul Taylor, uno de los padres de la danza moderna, murió en Nueva York a los 88 años, después de 60 años de carrera durante los cuales desafió las convenciones e influyó profundamente en la creación coreográfica.
Lisa Labarado, una portavoz de la compañía que él fundó en Manhattan, la Paul Taylor Dance Company, confirmó a la AFP el fallecimiento del coreógrafo, como consecuencia de una «deficiencia renal».
Con él desaparece el último gigante de la danza moderna, después de la muerte de Martha Graham, Merce Cunningham o Pina Bausch.
«Paul Taylor era uno de los grandes coreógrafos del mundo, y su fallecimiento entristece profundamente no solo a quienes trabajamos con él sino también a personas de todo el mundo que habían sido tocados por su arte incomparable», dijo el director artístico de la compañía, Michael Novak, en un comunicado.
Taylor jugó un papel clave en fusionar la danza clásica y la contemporánea, incorporando elementos de la experimental a la que se practicaba en la década de 1950.
– Experimentación –
En una célebre presentación de siete actos en 1957, «Duet», exploró la inmovilidad: terminó con Taylor en traje y corbata de pie completamente inmóvil, mientras su compañera lo contemplaba sentada en el suelo durante cuatro minutos, una propuesta que llevó a la mayoría del público a abandonar la sala antes de que bajara el telón.
Graham se refirió entonces a él como un «chico travieso» y la prestigiosa revista Dance Observer publicó como crítica un cuadrado de 26 centímetros de lado en blanco.
También montó un muy satírico «Rite of Spring» de Stravinsky, presentado como una historia de secuestro de niños por la mafia. Y en otra famosa presentación, «Company B», celebró el optimismo de los estadounidenses en plena Segunda Guerra Mundial.
Tras brillar como un talentoso bailarín para el que Merce Cunningham, Martha Graham y George Balanchine crearon papeles, Taylor lanzó en 1954 su propia compañía, que tuvo su primer éxito en 1962 con «Aureole» y que siguió cuatro años después con «Orbs».
A principios de la década de 1970, dejó de bailar y se dedicó por completo a la coreografía, colaborando con artistas de vanguardia como Robert Rauschenberg y el pintor neoyorquino Alex Katz, entre otros.
Su compañía creó un total de 147 espectáculos, muchos de los cuales se convirtieron en íconos del mundo de la danza.
– Exnadador –
Hijo de una cocinera y nacido en Pittsburgh, Pennsylvania, el 29 de julio de 1930, aunque criado en la capital, Washington, Taylor decidió convertirse en bailarín después de descubrir en la universidad un libro sobre Vaslav Nijinsky, el virtuoso bailarín de los ballets rusos.
Este descubrimiento impulsó al entonces nadador de competición a cambiar de dirección e incorporarse a la famosa escuela Juilliard, en Nueva York.
Su estilo era muy atlético: profunda flexión de las piernas, gran variedad de saltos, diagonales impresionantes, de acuerdo con Gerard Mannoni, autor del libro «Los grandes coreógrafos del siglo XX».
«Era nadador, y los movimientos de sus brazos le daban a su danza poder y gracia», explicó Ashley Roland, codirectora de Bodyvox, una compañía con sede en Portland, quien lamentó la muerte de un «gran narrador para la danza», «maestro de la coreografía estadounidense moderna».
Taylor trabajó hasta su muerte. En 2014 creó la Paul Taylor American Modern Dance, para ayudar a formar y promover a una nueva generación de bailarines.
Invitado desde ese año a presentarse durante tres semanas en el prestigioso Lincoln Center, aprovechó la oportunidad para mostrar tanto las producciones de su compañía como las obras de coreógrafos contemporáneos.
– Sin etiqueta –
Tras el anuncio de su muerte, los tributos del mundo de la danza no han dejado de surgir.
Él era «uno de los verdaderos maestros de la danza moderna», escribió el coreógrafo británico Matthew Bourne, famoso por su «Lago de los Cisnes» bailado solo por hombres. Su «influencia continúa siendo una inspiración para bailarines de todo el mundo».
«Ha ampliado el campo de la danza moderna y lo ha hecho especialmente popular, menos pretencioso, añadiendo una pincelada de humor malicioso», dijo a la AFP Marina Harss, una crítica de baile de Nueva York.
Aunque se hizo conocido por sus experimentaciones, Taylor exploró muchos estilos y rechazó cualquier etiqueta.
«Los críticos quieren constantemente clasificarme en un género muy determinado. No pertenezco a ninguno, siempre trato de practicar nuevas experiencias», dijo un día al periódico Le Figaro.