En la primer jornada del juicio a Julieta Silva por la muerte de su novio, el rugbier Genaro Fortunato, a quien atropelló con su auto a la salida de un local nocturno de la ciudad mendocina de San Rafael, la joven ratificó que no tuvo intención de hacerlo, que no vio a la víctima y que pensó que había atravesado un pozo en el momento en el que lo arrolló en forma mortal.
«Sentí la sensación de haber pisado un pozo, no lo vi a Genaro tirado en el piso», expresó Silva, de 30 años, en un extenso relato que interrumpió más de una decena veces por llantos y otras muestras de consternación.
En su narración sobre lo ocurrido el fatídico 8 de septiembre último, cuando la pareja asistió al bar «La Mona», la mujer, quien se encuentra bajo el régimen de prisión domiciliaria, sostuvo que su novio estaba «sacado» y que había discutido con otro joven a quien ella le había comprado el auto, el Fiat Idea con el que terminó arrollándolo.
Siempre de acuerdo a lo que contó, ante el mal clima por las discusiones, la apareja decidió alejarse del lugar. Después, el rugbier «de repente se bajó y volvió con dirección al bar».
«Yo estaba cansada, me crucé de asiento y decidí irme. En ese momento apareció Genaro, golpeó mi ventanilla con la mano abierta y luego se hizo hacia atrás, fue la última vez que lo vi», explicó. Según recordó Silva, avanzó unos 150 metros y se arrepintió de irse, entre otras circunstancias, porque tenía en su poder el celular de su novio.
«Avancé 150 metros y me arrepentí de haberme ido, además tenía el celular de Genaro en mi mochila. Giré en U y regresé hacia el bar, mirando al costado izquierdo. En ese momento sentí la sensación de haber pisado un pozo, no lo vi a Genaro tirado en el piso», explicó.
En varias ocasiones remarcó que la zona estaba oscura y que había estado sin sus lentes colocados, los cuales si llevó a la audiencia. En ese momento observó que el encargado del estacionamiento le hizo señas. «Pensé que tenía que pagarle, pero fue en ese momento que me dijo que había atropellado a alguien y ahí supe que era Genaro. No quise acercarme, no pude», describió.
Silva, quien se encuentra bajo prisión domiciliaria, es acusada de «homicidio culposo agravado» y «homicidio simple con dolo eventual». El primero de los delitos merecería una pena de entre 8 y 25 años de prisión, mientras que en el segundo caso la condena van de 3 a 6.
La joven permaneció internada con custodia policial en el área de Salud Mental del hospital Schestakow hasta que el 12 de septiembre fue trasladada al penal de San Rafael. Silva dijo que esa noche olvidó sus lentes y que no vio a su novio caído en el suelo antes de atropellarlo.
Según una pericia oftalmológica Silva padece astigmatismo de -3 en ambos ojos, situación que la obligaba a conducir con lentes. El 31 de octubre, la Primera Cámara del Crimen de San Rafael le otorgó la prisión domiciliaria.