Por Oscar Horacio Padín (Lic. en Zoología) *
Fue en los años 60 cuando se iniciaron acciones concretas referidas a evaluar y poner de relevancia algunos impactos de las actividades humanas sobre el ambiente marino, pero no fue hasta la celebración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano realizada en Estocolmo en junio de 1972 donde 113 naciones establecieron una serie de 26 principios y un Plan de Acción que sentaron bases para avanzar en una regulación de las actividades en el mar, desde la caza de ballenas hasta la prevención de las descargas de hidrocarburos, entre otros aspectos relevantes. Considera también la «utilización de la ciencia y la tecnología para descubrir, evitar y combatir los riesgos que amenazan al medio, para solucionar los problemas ambientales y para el bien común de la humanidad».
Estas iniciativas fueron reafirmadas y fortalecidas a través de documentos como el «Informe Brundtland», titulado «Nuestro Futuro Común» y en sucesivas reuniones como la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo conocida como »Cumbre de Río», realizada en Río de Janeiro en junio de 1992, donde representantes de 179 gobiernos acordaron adoptar el «Programa 21», posteriormente ratificado en «Río+5″ (1997) y en la »Cumbre de la Tierra de Johannesburgo» en septiembre de 2002.
Precisamente es en la «Cumbre de Río» cuando se propone por primera vez la idea de un Día Mundial de los Océanos, como recordatorio sobre el papel crucial que el océano desempeña en nuestras vidas. En esta línea, la Asamblea General de las Naciones Unidas dispuso que, a partir del 2009, cada 8 de junio se celebre el »Día Mundial de los Océanos» con el objetivo de destacar su importancia. Las razones se fundamentan en que los océanos producen al menos el 50% del oxígeno del planeta, albergan la mayor parte de la biodiversidad y son fuente de proteínas para más de mil millones de personas y un factor clave de la economía mundial, cuya proyección hacia el año 2030 incluirá a más de 40 millones de trabajadores.
Sin embargo, muchas regiones oceánicas y mares costeros están experimentando cambios importantes. Existen numerosas evidencias del impacto de la presión pesquera sobre las poblaciones de las principales especies de interés comercial, la progresiva destrucción de los arrecifes y otros ecosistemas sensibles por efectos de fuentes de contaminación de origen terrestres y otros fenómenos comprendidos en lo que llamamos «Cambio Global» como la «Acidificación Oceánica», modificaciones en las corrientes oceánicas, cambios registrables en las temperaturas y en la estratificación de la columna de agua con consecuencias previsibles en la estructura de las poblaciones de especies pelágicas y en los ecosistemas de fondo.
Con el objetivo de explicar algunos de estos fenómenos que afectan la «salud» de los océanos y su productividad pesquera, han surgido desde el sector científico algunas iniciativas basadas en el concepto ecológico-social de las pesquerías como «subsistemas» recurso-usuarios-manejo, que han llevado a la FAO a establecer las «Directrices para la aplicación del Enfoque Ecosistémico de la Pesca», considerando esas tres dimensiones.
Argentina cuenta con una legislación adecuada para el manejo de sus pesquerías (Ley 24 922, Régimen Federal de Pesca), instituciones como la Armada y la Prefectura Naval Argentina que custodian nuestra Zona Económica Exclusiva, así como legislación para la promoción y estímulo de las Ciencias del mar (Ley 27167, PROMAR). Una red de instituciones científicas a lo largo de su litoral marítimo y un compromiso de impulsar una estrategia para el desarrollo y trasferencia de tecnología al sector privado desde el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero, a través de su flota de buques de investigación pesquera oceanográfica, dos de ellos de última generación tecnológica, y sus distintos proyectos desarrollados por personal científico y técnico altamente capacitado, que juegan un rol preponderante en las medidas de manejo sostenibles de los recursos marinos.
* Director del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero