Por Belén Corvalán
Salir de la zona de confort. Vivir de cerca las fallas del Estado. Ser capaz de dejar la vida al servicio de los demás. Todo esto es una pequeña parte de lo que hace un rescatista. Cristian Kuperbank sabe de eso. Desde hace trece años se desempeña como tal en forma voluntaria. Vocación que lo ha llevado a presenciar las destrucciones desmedidas que puede dejar una catástrofe natural. Y también las que ocurren como consecuencia de negligencias.
El 6 de agosto de 2013, cuando una fuga de gas provocó la explosión del edificio ubicado en calle Salta 2114 en Rosario, dejando un total de 22 víctimas fatales, Cristian participó intensamente de la búsqueda poniendo el cuerpo y experiencia junto a su inseparable perra Lola, que falleció hace dos años a causa de una insuficiencia renal.
A cinco años de la peor tragedia que le tocó vivir a Rosario, que al día de hoy permanece impune, el rescatista, miembro de la Unidad ONG K9 Ezeiza y representante de la brigada internacional de rescate “Los Topos”, dialogó con CLG. “Fue terrible, porque no había antecedentes. La fuga de gas fue algo bastante insólito e inédito, no es lo que estamos habituados a trabajar”, dijo.
Un edificio entero devenido en ruinas. Montañas de hierros retorcidos y escombros por toda la zona. Esa era la imagen que devolvía la calle céntrica de la ciudad de Rosario, que mantuvo en vilo al país. Sin embargo, para Cristian haber participado en terremotos como el de Haití, Perú y Chile, y en el alud de Tartagal, entre otros desastres naturales, hizo que su capacidad de asombro sea cada vez menor. “Era un paisaje muy conocido para mí. Lamentablemente llega un momento que uno se acostumbra. En 2010 tuve la oportunidad de ir a Haití por el terremoto, donde estuvimos catorce días, fue como estar en el infierno, donde ves lo peor que se puede llegar a ver”, contó.
Aun así a pesar de los años en la actividad, indica que es inevitable no movilizarse. “Si no nos afectara no iríamos. Al rescatista de alma y por vocación, lo único que lo puede llegar a afectar es el no poder hacer nada, que la gente muera es natural, pero lo peor es quedarse de brazos cruzados”, enfatizó.
Alrededor de una semana junto a las dotaciones de bomberos y su grupo de rescate, Cristian trabajó exhaustivamente día y noche en calle Salta, acompañado por su perra Lola, y de cinco más. Una pieza fundamental en la jornada de búsqueda. “El perro marca el lugar más próximo donde está la víctima para no mover escombros solo por hacerlo. El olfato del animal te da esas ventajas, para que puedas llegar antes, el tiempo es súper crucial en ese aspecto”, puntualizó.
No obstante, en la mayoría de los casos los pasos burocráticos atentan en la carrera contra el tiempo por salvar vidas. Por ello, una tragedia semejante, lo único que puede dejar de positivo es la experiencia en pos de optimizar los protocolos de acción ante una situación de emergencia. “Yo fomentaría la relación entre las instituciones que tienen que intervenir. Cada vez que pasa algo nosotros vamos, nos presentamos en el lugar ante la autoridad para trabajar y gestionamos los permisos, eso es uno de los aspectos más cuestionados de nuestra organización. Es muy burocratizado el tema de las emergencias, los estados tienen la necesidad de agarrar los medios de prensa y salir a decir que está todo coordinado, y después terminás viendo que no es así”, remarcó Cristian.
“No se trabajó como me hubiera gustado, nosotros hubiéramos propuesto otro tipo de trabajo, no estoy para nada conforme, pero está más que superado. Uno tiene más influencia cuando sale a trabajar a otro país, porque si valoran la experiencia, y te escuchan más que acá”, añadió.
Sin embargo, ante un hecho de tanto dolor y desconsuelo para la ciudad, el rescatista destacó la solidaridad de la ciudadanía. “Es indispensable el compañerismo, la camaradería que se genera con compañeros y colegas”, remarcó. Así como también enfatizó la entrega y disposición del pueblo rosarino. “Los bomberos, médicos, veteranos de Malvinas, trabajaron desde que arrancó la búsqueda hasta que se sacó la última víctima, se rompieron el alma. La gente de Rosario es increíble, eso termina dando un claro mensaje de que la gente no tiene problema de salir a la calle a hacer la diferencia”.