Un estudio ordenado por la Justicia santafesina determinó que el preocupante fenómeno se produjo por la presencia de diversos químicos
Entre fines de noviembre y principios de diciembre de 2020, un preocupante fenómeno se produjo en las aguas del río Salado: gran cantidad de peces aparecieron sin vida. Tras profundos análisis, se pudo constatar que tanto el agua, los sedimentos y los tejidos de las especies ictícolas contenían diferentes tipos de agrotóxicos, entre ellos glifosato.
Desde la Procuración General de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe solicitaron un monitoreo más exhaustivo y con continuidad espacio-temporal sobre la presencia de desechos agrícolas.
Según consigna el diario santafesino El Litoral, el informe fue realizado por el Laboratorio de Ecotoxicología, dependiente de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB-UNL). Los resultados del análisis de las muestras tomadas en la zona confirmaron la presencia de herbicidas e insecticidas en el agua y en los peces muertos.
Los informes fueron solicitados en el marco de la investigación que se tramita ante los fiscales extrapenales dependientes del Ministerio Público de la Procuración General de la Corte. La impactante mortandad de peces no sólo generó gran preocupación social sino también la intervención de distintas esferas gubernamentales, que son independientes de la investigación dispuesta por la Procuración de la Corte Suprema.
En una nota con El Litoral, el Dr. Jorge Barraguirre, Procurador General de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe, comentó: «Abrimos un expediente preventivo, tendiente a confirmar las sospechas según las observaciones preliminares de los expertos», y había mencionado que «creemos que se podrán encontrar agroquímicos, pero no en la cantidad que revelaría una especie de toxicidad antropogénica. Todos los científicos que consultamos nos dicen que puede haberse lavado el terreno por la lluvia de estos días y llevado agrotóxicos al río».
Para la investigación se tomaron como pruebas el agua del río, sedimento del lecho y peces moribundos. Las muestras se obtuvieron en presencia de los expertos de las instituciones y funcionarios de la Procuración General. Ahora, este medio accedió a esos informes.
El informe y sus resultados
Este segundo informe fue elaborado por el Dr. Rafael C. Lajmanovich (Investigador Principal del Conicet y profesor de la cátedra Ecotoxicología); la Dra. Paola M. Peltzer (Investigadora Independiente Conicet); y el Dr. Maximiliano A. Attademo (Investigador Independiente del Conicet), en el Laboratorio de Ecotoxicología de la FBCB. Dicho informe, con el que ahora cuenta la Fiscalía Extrapenal del Distrito Judicial con asiento en la localidad de Esperanza, contiene muestras sobre la base del relevamiento de dos sitios de análisis en la margen este del río Salado. Allí se obtuvieron muestras de sedimento, agua y tejidos de peces.
El estudio confirmó que los niveles de oxígeno en agua eran muy bajos y debajo de lo límites aceptables para la biota acuática y para uso recreativo. Las mayores temperaturas se asocian a la disminución de la solubilidad del oxígeno disuelto y esto explica, en parte, las bajas concentraciones de oxígeno disuelto en ambos puntos periciados. No obstante, ambos parámetros deben interpretarse con cautela debido a que las muestras de agua fueron tomadas luego de precipitaciones mayores a 58 mm durante la tarde y noche del día anterior (3 de diciembre del 2020).
En los puntos de muestras se encuentra una sinergia entre contaminantes de origen inorgánico y orgánico. Al análisis de plaguicidas que surgen del muestreo realizado, en los puntos de referencia, se destacó que los mismos se encuentran inmersos en una cuenca con una matriz de producción agrícola intensa. Tanto en los sedimentos (en márgenes del río) como en las vísceras analizadas de las especies ictícolas (principalmente Sábalos y Moncholos), se encontraron plaguicidas del tipo «herbicida glifosato», principalmente.
Los valores hallados se encuentran en relación con los registrados por diversos investigadores en otras cuencas agrícolas argentinas que tiene que ver con la historia de los suelos que, luego de las lluvias, drenan hacia cuerpos de agua cercanos (arroyos, ríos, tributarios, lagunas) o por escorrentía, movilizando materiales.
Más químicos encontrados en peces
En cuanto a los analitos analizados por los expertos en los tejidos de los peces recolectados, se detectaron en ambos puntos del muestreo, residuos de plaguicidas. «En branquias e hígado de Prochilodus lineatus (sábalo) en el sitio 1 se encontró el herbicida 2,4-D en una concentración de 20 (± 10) ug/kg y el insecticida organofosforado clorpirifos con 80 (± 40) ug/kg. En el sitio 2 hubo solo clorpirifos 30 (± 15) ug/kg», detallaron los investigadores en su informe.
A su vez, los especialistas en ecotoxicología indicaron que «el glifosato y la atrazina son los agroquímicos más empleado en el país. Se utiliza principalmente en la fase previa a la siembra de soja y maíz transgénicos. Además, el 2,4-D por su efectos tóxicos y genotóxicos en peces, se puede clasificar como una sustancia muy nociva para los organismos acuáticos».
También se detectaron en branquias e hígado de la especie estudiada, residuos de un potente insecticida organfosforado (OP). «El clorpirifos es el insecticida neurotóxico de amplio espectro más utilizado en Argentina (principalmente en cultivos de soja, maíz, trigo y girasol) para controlar plagas de insectos», mencionaron y agregaron en el informe que «debido a sus grandes riesgos para la salud humana y animal (sus exposiciones crónicas pueden causar déficits cognitivos y conductuales) en enero de 2020 la Unión Europea prohibió el uso del clorpirifos».
Piden monitoreo exhaustivo
Si bien el informe no encontró que estos herbicidas e insecticidas hayan sido la causa determinante de la mortandad de peces, se debe tener en cuenta que en condiciones extremas como las que ocurrieron durante las mortandades masivas del 2020, no puede descartarse que estos químicos estén afectando la supervivencia de peces.
Desde la Procuración recomendaron «un monitoreo más exhaustivo y con continuidad espacio-temporal sobre la presencia de desechos agrícolas (agroquímicos y fertilizantes) tanto en agua, sedimento y tejidos de peces a lo largo de la cuenca del río Salado, principalmente en especies de interés comercial que sirven de alimento a las poblaciones locales.
Fuente: El Litoral