Por: Enrique Genovar
Paso atrás. Eso fue lo que le pasó a Central en el juego ante Unión. El equipo del Kily jugó de mayor a menor. Fue superado por el rival y terminó ganando un punto. Pero lo más preocupante, más allá de que no pudo hilvanar la segunda victoria consecutiva, fue el funcionamiento que tuvo el Canalla.
Tuvo dificultades en todas las líneas. No defendió bien, ni creo juego y cada vez que lo atacaron sufrió. Se pareció más al Central de la fase de grupos que al que inicio esta parte con una contundente victoria.
En la última línea los problemas fueron por la derecha. Allí, el juvenil Sangiovani padeció cada ataque tatengue. El primer tiempo lo superaron siempre y no contó con nadie por encima de su línea para que lo ayude a contener. Es que Villagra no siente la posición de volante por la derecha y se cerró siempre hacia el medio. Eso hizo que el sector derecho sea aprovechado por los rapiditos de Unión.
Más allá de esta situación puntual la zaga también se vio frágil. En especial por el lado de Laso. El ex Vélez tuvo un partido para el olvido y eso hizo que las dudas se trasladaran también al arquero. Romero estuvo muy atado, salió poco y nada. Y encima en la cancha dejó la sensación de que en el segundo gol pudiera haber hecho algo más.
El medio también falló. Rinaudo, más allá de que no jugó mal, se metió mucho entre los centrales. Villagra padeció la posición y Lo Celso hizo muy poco. Todo esto sumado a que Vecchio no estaba óptimo en lo físico hizo que todo se complique aún más.
Arriba, los dos delanteros se chocaron en más de una oportunidad. A Marinelli lo mandaron a jugar por adentro, cuando sus virtudes se resaltan cuando juega por afuera. Y Gamba, incansable, estuvo lejos de la movilidad que suele mostrar.
Un mal partido. Un juego para el olvido. Lo positivo fue que no perdió y que sigue liderando su grupo. Pero lo más preocupante de todo es que Central dio un paso para atrás y el técnico se llevó mucha tarea de cara al próximo juego.