Podrá verse el domingo, a las 20, en las redes sociales del coliseo para descubrir un clásico de todos los tiempos
Una colorida función del ballet «Cascanueces», con coreografía del legendario Rudolf Nuréyev y protagonizada por las máximas figuras del Ballet Estable en 2018, podrá verse el domingo, a las 20, en las redes sociales del coliseo para descubrir un clásico de todos los tiempos que seduce a grandes y, sobre todo, chicos y chicas.
«La primera vez que bailé ‘Cascanueces’ en el Colón fue cuando estaba en la Escuela Superior de Arte (Isatc), era uno de los ratoncitos del primer acto y me gustaba hacerlo, ¡tengo recuerdos hermosos!», recordó a Télam la primera bailarina Macarena Giménez, que protagonizó en 2018 la función que el teatro emitirá este domingo a las 20 a través de sus redes sociales y del sitio www.teatrocolon.org.ar/culturaencasa.
Giménez es dueña de una técnica firme y segura, al tiempo que su interpretación es sutil y delicada: «Una vez que entré a la compañía, varios años después, tuve la oportunidad de bailar la versión de Lidia Segni. De hecho, fue junto con Maximiliano nuestro primer protagónico en el Colón, así que es una obra muy especial y querida por nosotros», compartió la bailarina.
Maximiliano es Maximiliano Iglesias, primera figura del Ballet Estable y, además, pareja en la vida de Giménez, que guarda hermosos recuerdos de aquel debut juntos con esta obra estrenada en Rusia en 1892 con la música que compuso ‘ad hoc’ Piotr Tchaikowsky y coreografía de Marius Petipa y Lev Ivanov.
«Mi primer ‘Cascanueces’ -explicó Iglesias a esta agencia- fue a los 20 años y era el primer papel protagónico que hice en el Teatro Colón. Tengo los mejores recuerdos de esa oportunidad. Además, fue junto a Macarena, que lo hace un recuerdo mucho más placentero».
La versión que el primer coliseo repuso en 2018 de uno de los ballets más conocidos del mundo y que se emitirá este domingo no es la desarrollada por Segni, exdirectora de la compañía entre 2009 y 20015, sino la composición creada por el celebérrimo ruso Rudolf Nuréyev para el Teatro Real de Estocolmo, en 1968.
«Cascanueces» llegó por primera vez al Teatro Colón en un año señalado: se estrenó en 1971 con la presencia de dos leyendas de la danza argentina, Olga Ferri y Norma Fontenla, pero el 10 de octubre de ese mismo año, Fontenla moriría junto a otros ocho bailarines de la compañía nacional en un accidente aéreo.
La pieza elaborada por Nuréyev recupera el cuento infantil sobre el que está basado el argumento y vuelve a contar la historia de Clara que recibe de su padrino, Drosselmeyer, un extraño regalo navideño: un cascanueces con forma de soldado, que la acompañará en algunas aventuras llenas de color, de variaciones y personajes que suelen cautivar a chicos y chicas.
Con todo, la magia y el virtuosismo que seduce al público representa para los intérpretes un desafío técnico mayúsculo: todos coinciden en que la versión de Nuréyev es realmente difícil.
«Es una obra súper difícil», confirmó a esta agencia Macarena Giménez y brindó detalles sobre su reposición: «Tuvimos la suerte de tener a Aleth Francillon para estudiarla. Ella fue elegida por Nuréyev para reponer sus obras, así que nos enseñó el estilo, el espíritu de la obra y la técnica, de una manera increíble».
Su partenaire, además, destacó la complejidad de la creación de Nuréyev: «Lo interesante del ‘Cascanueces’ de Nuréyev con respecto a casi todas las otras versiones es que, para mí, logró dos historias al mismo tiempo. Por un lado, en la superficie, se ve el cuento infantil donde Clara sueña con un príncipe que la salva de las garras del Rey Ratón y se enamoran. Y, más en profundidad, se ve como Drosselmeyer la lleva en un viaje psicológico a los lugares más oscuros de su mente confundiéndola hasta el punto de que no recuerda qué fue real y qué no», explicó Iglesias.
Parte importante del encanto de esta obra, que a lo largo del último tercio del siglo XX se transformó en sinónimo de Navidad en las principales compañías de ballet del mundo, es la interpretación del personaje central, Clara, que es una niña.
«Una de las cosas que me atrapó de esta versión fue el enfoque que tiene para contar la historia. Si bien Clara es una niña, no vive toda la historia con una mirada infantil. Sobre todo el pas de deux final, tan imperial e imponente se aleja de un universo de chicos. Así que fue un desafío encontrar el personaje y que se vea ese proceso de transformación. Disfruté mucho creando esta Clara», contó Giménez, que es una intérprete notable y que compuso una Clara deliciosa y llena de encanto.
Iglesias, por su parte, ha sabido dotar al padrino de Clara de ese estilo un poco inquietante al que hacía referencia: «Artísticamente, Drosselmeyer es un personaje súper amplio, que pasa de ser un viejo rengo y tuerto, a ser el príncipe soñado por Clara. Y ahí está el desafío, hacer creíble esos dos matices del personaje, sin hablar del estilo coreográfico y técnico de Nuréyev que es uno de los más difíciles para cualquier bailarín clásico», explicó a Télam.
La pareja de artistas argentinos no suelen sentarse a ver las versiones de las obras que interpretan salvo con fines de autocorrección, pero este fin de semana harán una excepción: «Este domingo seguro lo miraremos con nuestra hija y disfrutaremos de la puesta del Teatro Colón, que es una obra de arte», concluyó el bailarín.