Por Yago Abrego, médico clínico especialista en medicina interna (M.P: 231598, M.N: 133726). Integrante del servicio de Clínica Médica del Sanatorio de la Trinidad Quilmes
La pandemia producida por el SARS-CoV2 ha generado un desafío de salud pública a nivel mundial. Este nuevo coronavirus es la causa de la enfermedad actualmente denominada COVID-19 en todo el mundo.
Motivados por la aparición de esta enfermedad los médicos trabajamos para conservar la vida de los enfermos y sus familias. Para ello ponemos a disposición toda nuestra experiencia en el terreno laboral y las herramientas que cuenten con reconocimiento científico.
En mi profesión como médico especialista en Medicina Interna me encuentro trabajando diariamente con enfermos Covid-19 internados (casos moderados y graves). También acompaño a los familiares con llamados telefónicos para contarles la evolución diaria de sus seres queridos ya que por razones de bioseguridad no pueden acompañarlos personalmente durante la internación. Entiendo la difícil situación que vivimos médicos, pacientes y sus familias.
Distintas alternativas terapéuticas han sido implementadas y descartadas en la lucha contra esta enfermedad y el virus que la origina. En tiempos de pandemia y en la acelerada búsqueda de tratamientos se ha nombrado un compuesto no registrado ni autorizado para consumo humano: ¨el dióxido de cloro¨.
La ingesta oral de dióxido de cloro puede provocar irritación en la boca, esófago y estómago. También puede producir dolor abdominal, náuseas, vómitos y diarrea que pueden llevar a la deshidratación y shock hipovolémico. Se han reportado intoxicaciones severas con graves trastornos cardiovasculares, renales y hematológicos (metahemoglobinemias y hemolisis). La inhalación de dióxido de cloro puede generar broncoespasmo, neumonitis química, edema de glotis e insuficiencia respiratoria. El shock hipovolémico y la insuficiencia respiratoria pueden causar la muerte.
En los niños, la ingesta de dióxido de cloro, puede provocar complicaciones respiratorias, digestivas, hepáticas, renales y hematológicas. Además, el menor peso de los niños en relación a los adultos y la inmadurez de su metabolismo aumenta el riesgo cuanto menor es su edad.
El dióxido de cloro se ha promocionado falsamente con propiedades preventivas y curativas para COVID-19 sin contar con ninguna evidencia científica sobre su eficacia.
En este momento donde algunas personas pueden tomar decisiones incorrectas es muy importante recordar la importancia de no automedicarse.