Jorge Bergoglio aseguró que sólo sin armas nucleares el mundo puede aspirar a la paz
En el 75º aniversario de la explosión en Hiroshima de la primera bomba atómica, el papa Francisco reiteró en un mensaje dirigido al Gobernador de la Prefectura de Hiroshima, Hidehiko Yuzaki, que sólo sin armas nucleares el mundo puede aspirar a la paz.
«Saludo cordialmente a los organizadores y participantes en el septuagésimo quinto aniversario solemne del bombardeo nuclear de Hiroshima en 1945 y, de manera especial, a los hibakusha supervivientes de la tragedia original», expresó Bergoglio.
Y agregó: «Tuve el privilegio de poder ir en persona a las ciudades de Hiroshima y Nagasaki durante mi visita apostólica en noviembre del año pasado, que me permitió reflexionar en el Monumento a la Paz de Hiroshima y en el Parque del Hipocentro de Nagasaki sobre la destrucción de la vida humana y la destrucción que se produjo en esas dos ciudades durante esos terribles días de la guerra hace tres cuartos de siglo».
«Así como fui a Japón como peregrino de la paz el año pasado, sigo llevando en mi corazón el anhelo de los pueblos de nuestro tiempo, especialmente de los jóvenes, que tienen sed de paz y hacen sacrificios por la paz. Llevo también el grito de los pobres, que siempre están entre las primeras víctimas de la violencia y los conflictos», indicó el Papa.
Y continuó: «Nunca ha estado más claro que, para que la paz florezca, es necesario que todos los pueblos depongan las armas de guerra, y especialmente las más poderosas y destructivas: las armas nucleares que pueden paralizar y destruir ciudades enteras, países enteros. Repito lo que dije en Hiroshima el año pasado: «El uso de la energía atómica con fines bélicos es inmoral, así como la posesión de armas nucleares es inmoral».
«¡Que las voces proféticas de los sobrevivientes hibakusha de Hiroshima y Nagasaki continúen sirviéndonos de advertencia a nosotros y a las generaciones venideras! A ellos, y a todos los que trabajan por la reconciliación, hacemos nuestras las palabras del salmista: «Por amor a mis hermanos y amigos, digo: ¡Paz sobre ustedes!» (Sal 122:8)», concluyó Francisco.