Dos personas murieron apuñaladas el jueves en una mezquita de Malmesbury, en el oeste de Sudáfrica, a manos de un somalí que fue abatido por la policía, un mes después de un ataque similar en otro lugar de culto musulmán del país.
Alertada por los fieles, la policía intervino rápidamente en esta mezquita de la ciudad, situada a unos 60 km al norte de la megápolis turística de Ciudad del Cabo. Allí halló a «dos personas mortalmente apuñaladas y varios heridos», dijo a la AFP una portavoz policial, Noliyoso Rwexana.
«El sospechoso, de unos treinta años, armado con un cuchillo, cargó contra los policías que intentaban convencerlo de que se rindiera», precisó Rwexana. «Ignoró esta demanda, intentó atacar a la policía y fue abatido», agregó.
El sospechoso hirió a otras dos personas, que fueron hospitalizadas, añadió la portavoz.
No de disponía por el momento de información sobre las motivaciones del presunto agresor.
En el lugar del ataque, al que se prohibió el acceso, se desplegaron importantes efectivos de policía. Solo un cadáver cubierto con una sábana yacía en un campo cercano a la mezquita, constató un fotógrafo de la AFP en el lugar.
«Nadie conocía al atacante», confirmó la esposa de una de las víctimas, Ismail Bassa, de 72 años, que murió en el ataque.
«Tenía los ojos enrojecidos, nadie pudo echarlo de la mezquita» añadió.
. .
– «Señales de extremismo» -.
Una organización musulmana sudafricana, el Muslim Judicial Council, se declaró «profundamente conmocionada» por este ataque.
«No tenemos detalles sobre lo que ha ocurrido pero llamamos a nuestra comunidad a no sacar conclusiones mientras no se establezcan claramente los hechos», agregó este oenegé en su cuenta en Twitter.
Este ataque tiene lugar un mes después de otro similar en una mezquita chiita de Verulam, al norte de Durban (noreste), donde tres personas no identificadas y armadas con cuchillos degollaron a un hombre y apuñalaron a otros dos.
Los tres asaltantes lograron escapar y siguen en paradero desconocido.
El móvil de este precedente ataque todavía no fue dilucidado pero, según la policía, tenía «señales de extremismo».
Un responsable de la comunidad musulmana de Sudáfrica, Moulana Aftab Haider, afirmó entonces que el ataque tenía «las características de una organización terrorista como (el grupo yihadista) Estado Islámico».
La comunidad chiita sudafricana es víctima desde hace unos ocho meses de «una campaña de odio en las mezquitas, en las radios y en las redes sociales», agregó.
Pocos días después del ataque de Verulam, la policía encontró un artefacto explosivo en esa misma mezquita.
Sudáfrica, país de 53 millones de habitantes, de los cuales 1,5% son musulmanes, tiene una tradición de gran tolerancia en materia de religión. Hasta ahora el país no sufrió ataques yihadistas, a diferencia de otros países africanos.